lunes, 29 de septiembre de 2008

MI FIEL COMPAÑERA: “LA FIBROMIALGIA"

¿Por qué te quedaste a vivir conmigo? ¿Por qué he notado tu presencia durante toda mi vida sin saber quién eras?
Son preguntas que siempre me hago, pero que nunca encuentro respuestas. Ahora comprendo, cuando era pequeña y llegaba del colegio a casa, lo único que me apetecía hacer era tumbarme en la cama, porque me sentía cansada. Al llevar los libros del “cole”, se me cargaban las cervicales y creía que era algo normal. Cuando los dolores empezaron a entrar en mi cuerpo, siempre encontraba alguna explicación lógica, aunque muchas veces había tenido que ir al médico y las respuestas de éstos eran siempre las mismas: “las radiografías salen perfectas, los análisis también, no tienes nada, sólo son contracturas”.
Me empezaron a recetar relajantes musculares y antiinflamatorios, pero no me hacían nada. Pasado un tiempo, y ya en mi vida laboral, las explicaciones de los doctores eran las mismas, pero se añadieron términos más técnicos como: posturas forzadas, movimientos repetitivos, y parecía que la ergonomía sería la panacea a mis males. Pero mis dolores seguían entrando poco a poco año tras año, y desde hace diez, los empecé a notar día y noche como si fueran los típicos de una gripe. Ya no les encontraba ninguna explicación, no sabía por qué no se iban de mí, hasta que hace cuatro años les dieron un nombre: fibromialgia.
Muchos médicos no creen en su existencia porque las pruebas salen negativas, y entras en un círculo en el que el médico de cabecera te manda al psiquiatra, éste al reumatólogo, otra vez al de cabecera y así sucesivamente. Te empiezan a recetar antidepresivos, ansiolíticos, entre otras “maravillas de la ciencia”, porque creen que nos sentimos así debido a una depresión, ¿una depresión? ¿pero qué persona puede aguantar el dolor, y no sólo el dolor, sino todo lo que conlleva la fibromialgia, como las bajas defensas, infecciones de garganta, de orina, rinitis, sinusitis, cansancio físico y psíquico, colon irritable, migrañas, hormigueos, pérdidas de memoria, insomnio, visión nubulosa… sin que uno no se derrumbe?.
Es lógico que muchas veces, las personas que estamos así nos sintamos bajas de moral, por lo que creo que la depresión, más bien, viene dada por todo lo que nos pasa y no al revés. A veces puedo parecer un bicho raro por dar la impresión de estar ausente de la vida, de la gente, pero lo que siento es rabia, impotencia por haberla conocido y aunque me cueste expresar mis sentimientos, ahora quiero gritarle al mundo entero que la fibromialgia existe.
Yo siempre he sido una persona muy activa y muy deportista, y cuando me diagnosticaron la enfermedad dejé de hacer muchas cosas. Fue como si mi mundo se derrumbara, sabía que me enfrentaba a algo para toda la vida, y que tenía que empezar a saber convivir con ello. Cada vez me encontraba peor, mi mente no lo aceptaba, no podía imaginarme la vida sin hacer actividades y un día me dije a mí misma: “hasta aquí he llegado, no voy a dejar que me venza”, aunque sabía que el monstruo al que me enfrentaba, era demasiado grande para un cuerpo tan pequeño. Y así empezó mi lucha. C
omencé a informarme de qué cosas me podían ir bien y cuáles no. Al principio fui un poco perdida y probé terapias como la osteopatía, atlas profilax, reiki, reflexoterapia, mesoterapia, pero llegué a la conclusión que lo que me iba mejor era la fisioterapia, el yoga, el pilates, los masajes sacro-craneal y shiatsu, el hidromasaje, la natación, las técnicas de relajación, los ejercicios de estiramientos, así como la electroestimulación muscular entre otras. Dejé de tomar leche de vaca porque me sentaba mal y me producía mucha mucosidad y la sustituí por la de Soja que es mucho más digestiva. La medicación por la que opté fue la natural como el Rhodiola rosea, Colágeno hidrolizado, Flores de Bach, Oligoelementos, Homeopatía y aparté toda la medicación prescrita por los médicos (ya que no me hacía nada) excepto la Adolonta, que es un derivado de la morfina, y es lo único que me calma un poco el dolor cuando está en su pleno auge.
Desde principios de año, empecé a ir a un fisioterapeuta que me hace “Punciones en seco”, que consiste en clavar agujas de acupuntura hasta el fondo del músculo para poder llegar al “punto gatillo” y así atacar directamente a la contractura. Gracias a él, he vuelto a hacer todas las actividades que había dejado abandonadas: escalada, bicicleta, barranquismo, excursiones, tocar la guitarra eléctrica, que entre otras, vuelven a formar parte de mi vida. Él ha sido el único que me ha recomendado no dejar de hacer cosas, porque si no, el músculo acabaría atrofiándose y yo terminaría postrada en una cama.
Para mí es un sacrificio tener que levantarme todos los días para ir al trabajo o para hacer cualquier otra cosa y aunque todo lo hago con mucho esfuerzo, lo hago, siento dolor, sí, mi dolor de siempre, pero si me quedo en casa sin hacer nada, mi dolor también va a estar ahí conmigo, no me va a abandonar. Para mí, lo más duro de esta enfermedad es la incomprensión de la gente, de la familia, el tener que escuchar: “¡ya estás ahí tumbada con las cosas que hay que hacer!” o lo contrario “¡con todo lo que haces no me creo que tengas dolores!”. Y yo pregunto ¿qué persona sin dolor se atrevería a clavarse agujas en la espalda y encima pagar por ello? Pero a la vez, le veo el lado positivo, por descubrir tantas cosas nuevas y por haber conocido a otras personas en mi misma situación, entre ellas mi amiga Isabel, que dice que me admira y que soy su ídolo por todas las cosas que hago, porque parece que no tenga fibromialgia, pero ella no sabe que yo también lloro en silencio. Ahora, a mis 44 años, me siento como si llevara una mochila de 50 kilos encima todos los días, pero seguiré buscando el camino para liberarme de ella, y de no encontrarlo, aprenderé a vivir con ella, aprovecharé la fuerza del dolor para sentir que estoy viva, y aunque no lo parezca, en este momento llevo la mochila a cuestas.
Septiembre-2008
(Técnico en Prevención de Riesgos laborales)

2 comentarios:

María Isabel Gómez Castillo dijo...

Mi querida Isa, eres muy valiente y espero que con el tiempo tú entereza, valentía, perseverancia..., que pones en el día a día para continuar viviendo con el dolor a cuestas, sean recompensados.
Sabes que admiro la manera tan digna con la que llevas esta caprichosa e incierta enfermedad.
Esperemos que pronto se encuentren soluciones para tratar la sintomatología de la Fibromialgia.
Gracias por tu testimonio.
Isabel Gómez

Anónimo dijo...

Muchas gracias por haber aprendido algo importante y tan serio como esta enfermedad tan popular pero desconocida a la vez.
Por las especulaciones en mi entorno laboral, había creído que era una enfermedad inventada por el colectivo de medicina porque se le tenía que poner un nombre a una enfermedad desconocida.
Gracias a tu testimonio he podido aprender algo más y yo no creo que te estes inventando nada y te comprendo porque tu cara lo dice todo.
Yo te admiro tu valentía al seguir realizando el deporte tan sano que haces porque es muy bueno a nivel físico y mental.
La gente que no te comprenda ignóralas porque creo que en este mundo hay muchos ignorantes que no evolucionaran nunca y que no merecen la pena.
No te conozco mucho pero reflejas una humildad;sencillez y bondad que son unos grandes pilares en esta vida para afrontar todos los retos que te vengan:
Sigue luchando porque es de admirar tu fuerza y valentïa
Toñi Luna