jueves, 13 de noviembre de 2008

LA ADOPCIÓN DE ANIMALES, UNA BUENA TERAPIA


A veces nos sentimos solos, tristes, sin ganas de hacer nada e incluso sin ganas de seguir adelante. No sabemos qué hacer, no sabemos qué probar para mejorar nuestro estado de ánimo. Yo he encontrado el remedio en Eder, sí Eder, una perrita que adopté hace un mes en una perrera de Madrid. Mi mentalidad cambió en cuanto la conocí. Me apetecía tener un perro por el hecho que te aportan alegría, fidelidad, compañía, simpatía, felicidad y sobretodo agradecimiento, ya que mi estado anímico estaba más bien por los suelos. Sí, digo que mi mentalidad cambió porque yo quería un perro de raza, joven y macho.
Creía que a un perro joven se le podía educar mejor que a uno más mayor y me equivoqué. Eder, con casi tres años, es super educada, agradecida, juguetona, fiel, obediente, graciosa, guapa, guardiana y en tan sólo un mes que llevamos juntas hemos aprendido mucho la una de la otra. Te olvidas de muchos de tus problemas porque ahora tienes a quién cuidar, sabes que su vida depende de ti.
Cuando llego por la tarde del trabajo a casa, allí está ella esperándome en la puerta y me recibe saltando de alegría, se me sube, me abraza y me besa. La verdad que esa sensación de que un ser vivo te quiera tanto y te lo demuestre de esa manera no tiene precio. Muchas de las personas que les comento que he adoptado un perro me dicen lo siguiente: “ya te has buscado una obligación” o “ya tienes un disgusto asegurado”, pero las personas que nunca han tenido un animal no saben lo que es.
Prefiero tener esa obligación y sentirme así de bien y también prefiero tener un disgusto (espero que dentro de mucho tiempo) porque lo que te aporta un animal supera mil veces a ese futuro disgusto. A Eder la encontré de la siguiente manera. Puse un anuncio en Internet por si alguien me regalaba un perrito con esas características. Maru me contestó, me dijo que tenía una hembra de casi tres años y mestiza. Mi reacción inicial fue decirle que no, que prefería un perro joven antes que una hembra con esa edad y menos si no era de raza; pero mi curiosidad hizo que le pidiera una foto de Eder.
Cuando la vi, y vi su carita de pena pensé “no puedo dejarla allí (ya que vivía en una jaula de una perrera), esa perrita se ha de venir conmigo, aunque no sea lo que yo busco”. En principio había un inconveniente que ella estaba en Madrid y yo en Barcelona. Maru me informó de todo el proceso de adopción, me dijo que me la enviaban a casa vacunada, desparasitada, capada, con el chip puesto, con la cartilla y con los papeles de la adopción. No me lo pensé y le dije que la quería, porque estos animales necesitan una segunda oportunidad. Maru me comentó que llevaba casi un año encerrada en la perrera (cosa que no entiendo) y que si nadie se la llevaba se desharían de ella. La verdad que me la quedé, ya no por el dinero que te ahorras con la adopción sino por el favor que le haces al animal y a ti mismo.
En definitiva, la adopción es la mejor forma de asegurar un futuro digno para los animales abandonados.
Es una alternativa solidaria a la compra de mascotas y, a menudo, la única salida para las decenas de perros y gatos que cada día llegan a las perreras de todo el país. Así que ya sabes, si te interesa sentirte mejor, no olvides entrar en http://www.laguarida.org/ o enviar un e-mail a: juncalin@gmail.com (Nuria) o mailto:marsaps@hotmail.com(Maru), dos personas super humanas volcadas en la vida de los animales.
. Técnico en Prevención en Riesgos Laborales.

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