martes, 30 de diciembre de 2008

ÉTICA PROFESIONAL VERSUS CAMARADERÍA

Cuando hice mis estudios en Psicología, muchos de mis profesores se encargaron de transmitirme y asegurarse de que aprendiese e interiorizase el valor de la ética profesional durante el ejercicio de la misma para hacer de ella, un buen uso. Durante mi ejercicio profesional, llegaron a mí personas que habían sido mal tratadas por colegas que incluso a alguno de ellos conocía. Jamás se me ocurrió justificar ninguna acción carente de ética, como tampoco delatarlos, pero sí, por obligación moral, prevenirles de posibles sanciones ante faltas a veces graves, si el caso así lo requería. Entiendo, que está principio es generalizable para profesionales en ámbitos de la salud físico, mental, incluso jurídico como en cualquier ámbito en dónde la herramienta de trabajo sea una persona. Continuando con mi generalización, pensé que el mismo principio era aplicable en España bajo los mismos ámbitos de ejercicio profesional. ¡OH, Sorpresa...! Estos principios aquí, parecen no ser válidos, por lo menos así lo puedo demostrar desde mi experiencia personal y observaciones hasta el momento realizadas. So pretexto de “compañerismo profesional”, se incurren en verdaderas aberraciones hacia los principios básicos de los derechos fundamentales de la persona, como pueden ser: respeto a la dignidad de la misma, a la vida, a los valores culturales y sociales independientemente del origen que tenga la persona, incluso a una atención sanitaria o jurídica digna tal como lo indica la Constitución. En pocas palabras, la ética profesional excepto en algunos profesionales, brilla por su ausencia. Lo que roza el delito, ya no sólo con la falta grave, en muchos profesionales de los ámbitos que menciono; es el respaldo por parte de sus colegas como premio a la incapacidad profesional, delictiva, convirtiéndose así en cómplices del mismo delito. Pregunto: ¿Será que no tienen claro cuál es el principio básico del código deontológico ante el cuál en su día juramentaron o prometieron fidelidad para que se les otorgase un titulo profesional y posteriormente un número de colegiatura? ¿Será que como sólo se consideran números, han olvidado que también son personas, que su fuente principalmente de trabajo son personas y no sólo objetos de estudios experimentales y estadísticas? ¿Será que pese a tanto título y colegiatura, realmente no están capacitados para ejercer en lo que deberían y son auténticos licenciados en el timo y la delincuencia encubierta? ¿Será que carecen de capacidad suficiente para diferencia el sentido profesional del compañerismo? ¡Quién tenga una respuesta que me lo diga!, porque pienso que vivo en el país de la permisividad, de la delincuencia consentida, en un país de zombis; en dónde, si hay alguno que no lo sea, es castigado social y profesionalmente, anulado o tachado de conflictivo, de inmigrante, de tercermundista, de inadaptado social, diagnosticado con fibromialgia o depresión de manipulador, ¿puede que sólo por tener estudios superiores con conciencia de la verdadera ética profesional y recordar que vive en un país que se dice democrático con libertad de expresión? Isabel Gómez

1 comentario:

María Isabel Gómez Castillo dijo...

Mi agradecimiento a todos aquellos médicos que respetan con ética profesional al paciente, sea quién fuere el mismo.
Agradezco que en éste mundo y que en todos los ámbitos de él, se den todo tipo de excepciones por las cuales poder brindar haciendo así, que lo a veces cotidiano o rutinario pase a un segundo plano.
Isabel Gómez