domingo, 11 de enero de 2009

SABER ESCUCHAR

Escuchar es una acción que además de requerir del aparato auditivo que es un órgano sensorial; requiere intención, requiere voluntad. Se trata de interesarse verdaderamente en lo que él o los otros expresan no sólo con palabras, sino además en lo que transmiten con todo su ser, haciendo de ésta acción un auténtico ejercicio de intención hasta el punto de convertirlo en un proceso que va más allá de lo meramente sensorialmente, para convertirlo en un proceso complejo de percepción que involucra emociones y más sensaciones para el cual la persona se ha de entrenar. Escuchar, primero llama la atención, luego solicita el interés, después despierta sensaciones, más tarde evoca experiencias y finalmente exige una respuesta acorde a lo que se percibe. Saber escuchar es efectivamente un arte, como ya algunos autores lo definen y cómo tal hay que cultivarlo, lo que requiere tiempo y esfuerzo e insisto: en querer hacerlo. Además, hoy deseo tratarlo sobre todo es un acto, un acto de intención; es decir, en querer hacerlo bien o por lo menos lo mejor posible al punto de que el interlocutor quede satisfecho, teniendo la certeza de haber sido atendido, comprendido y entendido en el mensaje que ha transmitido. Es importante dejar al interlocutor la constancia de que el mensaje a sido verdaderamente captado, que se le ha respetado su lenguaje siendo sólo apoyado en momentos puntuales para confirmarle a través del diálogo lo que realmente deseaba decir, expresar y transmitir. También es importante la satisfacción con la que queda la persona que escucha, que con plena conciencia de su actuación queda también satisfecha de saber más de su interlocutor. De conocerle y conocer su necesidad o necesidades a través del diálogo y de éste proceso interactivo. El que realiza la escucha podrá quedar completamente satisfecho, si en su valoración personal comprueba que en el mismo procedimiento lo ha conseguido aplicárselo a sí mismo a través de su interlocutor. En conclusión, saber escuchar requiere doble esfuerzo, y el segundo es el de saber hacerse sentir haciendo que el otro también logre el nivel de una escucha activa. Isabel Gómez

1 comentario:

María Isabel Gómez Castillo dijo...

Éste artículo es fruto de mi reflexión y de mi ejercicio diario.
También, es fruto de un entretamiento contínuo que comencé hace ya muchos años cuyos fruto en mi carrera se vieron reflejado y al que en mi día a día laboral, siempre espero llegar.
Isabel Gómez