jueves, 12 de diciembre de 2013

CAMBIAR O SEGUIR IGUAL. EL DILEMA DE LA PERSONA


Entre una de las curiosidades que me encuentro ya no sólo a nivel de consultas psicológicas, sino en los diálogos cotidianos con las personas, es el señalar que no quieren cambiar. Que están bien como están, que no saben qué cambiar o por qué y para qué.

Lo curioso, es que en psicología (desde mi experiencia profesional y por que no, también personal), es que las personas no cambiamos en nuestra esencia, sólo maduramos, para crecer y desarrollarnos aún más en todo nuestro ser para ser sencillamente  Más.

Una de las resistencias al supuesto cambio, es sólo una resistencia al inicio de una etapa de crecimiento y desarrollo  integral que puede llevar a la persona aprender a vivir mejor en medio de cada una de sus realidades, así como con plenitud, un auténtico estado de felicidad basado en la armonía interior en concordancia con y de su ser individual y  natural con su entorno social.

Ante la opción de madurar personalmente, está la realidad de  ampliar la visión de la vida, de disfrutar con mayor libertad de cada una de las experiencias que la misma brinda, sean estas positivas o negativas para crecerse ante cada una de ellas.

Aprender de los fracasos y disfrutar al máximo de los logros, es una de las experiencias maravillosas a las que conlleva esta predisposición a madurar, siguiendo el “ser” en su esencia sin que en realidad cambie nada, sino que, simplemente se crezca aún más desde la auténtica serenidad y sinceridad.

La persona teme perder su carácter, olvidando que es el temperamento un factor genético que siempre liderará sus acciones, mientras que es el carácter (el que es más plástico), es que se puede reentrenar para aprender a vivir estados de auténtica felicidad y para ello, sólo es necesario tener disposición para madurar, así de sencillo. 

María Isabel Gómez Castillo

Fotografías de María Isabel Gómez Castillo

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