miércoles, 18 de febrero de 2015

PSICÓLOGO Y EL SIGILO PROFESIONAL I


Al igual que muchos otros profesionales, quienes  ejercemos la carrera de Psicología, estamos llamados a practicar el sigilo profesional para hacer de nuestra  praxis un trabajo con excelencia ética.

Lejos  de ser una opción, es una responsabilidad que trasciende lo profesional tocando el ámbito  moral.

Hemos de recordar quienes ejercemos la psicología que, todo lo que se nos indica en una sesión psicológica es confidencial; que jamás podrá trascender dicha información del espacio en el que se nos revela la misma. Sólo si lo es para fines  que lo ameriten, por lo general van acompañados de una orden judicial en casos extremos, que exigen como prueba nuestro testimonio en contextos también controlados por profesionales que confiamos van a dar un buen uso a la información que aportemos.

Estamos obligados a preservar la confidencialidad incluso hasta de lo que los  menores de edad nos indican en una sesión psicoterapéutica.

Jamás, se puede exponer a ninguna persona con lo que haya señalado en una sesión psicológica.  NUNCA, ha de trascender lo indicado en  consulta.

En el caso  del  trabajo con menores, ellos suelen aportar datos valiosos. Muchos de ellos,  es necesario contrastarlos con entrevistas a diversos miembros de la familia evitando enfrentamientos que vulneren la integridad psicológica del menor o lo exponga incluso, a una situación de riesgo físico. Pese a todo, siempre se han de cuidar a todas las partes.

Antes de tomar cualquier decisión como  profesional,  se ha de tener en cuenta que, en  caso de menores, la Patria Potestad la tienen en primer lugar  la tienen los padres, y, si  hay hechos que en principio podamos valorar  que  el menor ha de conocer, como lo es por ejemplo  en temas de adopción, la decisión final la tienen los padres, más aún si  se trata de un menor que no es infante o niño,  cuidando con mayor razón si fuese el caso de un adolescente.

Cualquier decisión de intervención sobre un tema confidencial, siempre se darán impresiones,  percepciones.  Se ha de indagar a consciencia el  contexto en  la que se desarrollan los hechos, las realidades  y estados de todos los involucrados (preferentemente mediante pruebas psicológicas), para proceder a  preparar a todas las partes (sólo en caso sea necesario), para realizar una modificación en la información que se maneje.

Ni siquiera en el caso de violencia doméstica, se puede intervenir  de manera directa e inmediata. Siempre se ha de invitar a la persona  a que decida si toma o no una decisión respecto  a su caso y  brindarle la garantía  de que en caso de una intervención multidisciplinaria, estará  acompañada por otro colega experto en la materia.

Si bien es cierto, habrá casos en los que los psicólogos podremos actuar  de oficio, sólo será para situaciones extremas y de carácter preventivo, habiendo agotado todos recursos previos más las pruebas que acrediten la urgencia de una intervención,  indicando a la persona la necesidad de la ayuda que requiere, acompañándola  emocionalmente hasta el último momento para que evitar sea violentada  en cualquier toma  de decisión. 

En ello está nuestro reto, el saber trabajar las  visiones,  proyecciones de las oportunidades que la persona tenga para  una vida con calidad y futuro. Es aquí, cuando con arte, se entrena  a  la persona en tiempos records a gestionar conflictos con salidas objetivas, concretas.

Nuestro trabajo, está muy lejos de hacer lo que racional y socialmente pienso que es lo oportuno. 

María Isabel Gómez  Castillo
Fotografía de Isabel Gómez

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