miércoles, 21 de diciembre de 2016

Entre lo natural


Barcelona, fue una ciudad que, en lo que pude, la recorrí con gusto. 
Entre uno de los tantos recorridos que alcancé a realizar, se encuentra la emblemática zona de Monjüic. Este rincón me cautivó. Se trata del Antiguo Jardín Botánico de Barcelona, desde donde, se divisiva este hermoso torreón que, entre guiño y guiño, consiguió primero captar mi atención para que, con mi mirada lo congelase en ella, a través de esta sencilla fotografía. 
Este torreón, se convirtió en un reto. El conseguir una hermosa vista, desde un diminuto ángulo que apenas me dejaba visionarlo para captarlo, se convirtió en casi una obsesión confluyendo con mi pasión, que es la fotografía. 
Desee conservar un rincón de Barcelona que recopilase la variedad de los matices y texturas de sus paisajes. Aquí, casi lo contenía todo, menos el mar, el que, reflejado en su celeste cielo y, el que combinado con la belleza del verdor de la naturaleza, me permitiría combinar en mi memoria e imaginación, lo colores precisos hasta llegar al verde turquesa de las cristalinas aguas de algunos rincones del mar  del Mediterráneo Catalán. 
Este rincón, simboliza sólo parte de la majestuosidad arquitectónica que me tenía cautivada y que era posible divisar, desde diversos puntos de la ciudad, ya que, casi toda ella, comprendía esta belleza. 
Pienso que, para mi mirada, fue un regalo paisajístico integral. 
Los sonidos que aquel día acompañaron a éste, fueron también, un auténtico regalo. Eran el  de diversas aves que cantaban a media mañana mientras buscaban su alimento rutinario, propio de aquellas horas. El viento que con su suave brisa mediterránea, me refrescaba ante aquella calurosa exposición. Y, finalmente, el silencio. La ausencia del bullicio (los sonidos que irrumpen en una ciudad tan grande y concurrida como lo es la Barcelona), estaban ausentes. El medio día en un día de verano caluroso, era perfecto para que todo un espacio turístico, estuviese casi sólo para mí. ¡Qué privilegio!
Aquí, conservo sentidos, sensaciones, recuerdos, que llaman a mi memoria, a mis emociones, a mi... otra patria o tierra. Aquí, comprimo mi gratitud. 
Una sola pieza de un diminuto pero significativo paisaje, conlleva la esencia de toda una experiencia de vida. 
Repito, esta, es una de mis fotografías con las que puedo dar gracias. 
Ésta, es una de mis fotografías preferidas, porque el rincón y el día fue preciso, para amar y recordarme qué una experiencia de amor puro, sin más, que las que brinda las delicias de saberse ser,  para poder estar. Y yo fui, y estuve. Ésta es mi prueba. Sin saberlo, aquella fotografía, sería un poco de lo que hoy siento: presencia en medio de la ausencia. Plenitud de vivir la vida con gratitud a la misma. 

María Isabel Gómez Castillo
Fotografía de María Isabel Gómez Castillo 

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