Una de las cosas que más me fascinan de la naturaleza, es la Luna.
La Luna vista de día, en pleno cielo azul relajante, lleno de esperanza viéndose toda ella blanca como suave tul de seda de líneas marcadas bien contorneadas…, me recuerda estoy viva llenando mi corazón de gozo como un retoño que está pronto a brotar.
Me es igual que esté en sus diversas fases, en medio de cornisas o aves, simplemente me absorbe su belleza siempre novedosa reluciente, aparentemente frágil ante los primeros rayos de sol que se yacen de buena mañana.
La Luna vista de noche, tiene otros encantos. Son estremecedores, misteriosos…, sin embargo no por ello deja de ser presencia casi mágica. Cuando se presenta entre nubes escurridizas, gruesas, imponentes en el cielo, la tornan juguetona; es entonces, cuando armada de paciencia, sólo con más herramientas que mis mismos ojos, juego con ella. Es así cuando inicio mi entrenamiento en virtudes diversas: la contemplación, la paciencia, la esperanza… a la vez que redescubro mi armonía interior en una sosegada respiración que calma mi corazón agitado ante el ansia de redescubrirla y querer tocarla en medio de la disfrazada oscuridad que la ciudad oculta.
Hace apenas casi un año, descubrí que conjuntamente con la Luna, viajaba con ella un brillante lucero que en conjunción con ella, formaban líneas en diversas direcciones; inmensa fue mi alegría al saber que ese pequeño astro, era un planeta: Júpiter.
Desde entonces, sigo pacientemente sus idas y venidas, sigo a sus acompañantes (amigos de viajes), como sigo las idas y venidas de los ciclos de la vida, que en sus manifestaciones diversas me reconforta cada día.
A mis entrañables amigos.
Isabel Gómez
Fotos: realizadas por María Isabel Gómez Castillo, Barcelona 2010
Fotos: realizadas por María Isabel Gómez Castillo, Barcelona 2010
3 comentarios:
A mi también me encanta la luna y la Luna. Estoy indefectiblemente ligada a las dos. Luna, lunera, Luna y luna, luna, luna...
besos alunados
Queridas lunáticas: me encanta saber que en el siglo XIX los excesos cometidos en luna llena tenían un atenuante...Gracias a las dos, a Isabel por su bella oda a la luna, a Martha, por reconocer su filiación lunática.Besos.
Son muy alagadoras tus palabras Pilar y sobre todo el como catalogas mi humilde descripción de amor a la Luna.
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