Tapar el sol con un dedo, puedo tener diversas lectura.
Si se utiliza esta expresión de manera metafórica, se diría que, realidades sumamente visibles a los ojos de todos, se pueden tapar parcialmente dependiendo del ángulo del que se desee ocultar una realidad no sin ello que éste extinga su huella totalmente.
La huella que se intente ocultar, por más que se desee que sea para siempre es casi imposible, por ello, las verdades salen tarde o temprano.
Si se retira el dedo para dejar al descubierto el sol (la verdad), la primera impresión es de ceguera provocada por la impresión que la luminosidad produce.
Después, se puede comenzar a ver la realidad y el entorno bajo otra mirada.
Una puede ser una mirada iluminada que deja relucir toda la belleza así como la magnitud de todo aquello que podría haberse estado ocultando por “X” tiempo, hasta el punto de poco a poco el ser humanos se vaya adaptando a la realidad asumiéndola de tal manera que tenga el tiempo suficiente para asimilar todas las emociones que la misma revela, sean estas positivas como negativas.
Otra opción, es que el ser humano quede tan deslumbrado hasta el punto de quedar en un estado de ceguera parcial impidiéndole el exceso de luminosidad contemplar la nueva realidad en su totalidad sea cual fuera ésta.
Este estado de ceguera, con el paso del tiempo puede convertirse en voluntaria, ya que en el fondo, pero muy en el fondo del ser humano, siempre hay temores que le paralizan ante la posibilidad de poder conocer toda un realidad, darle un sentido, saberla trabajar, abordar hasta reconvertirla en lo que él mismo desea.
En medio de esta parálisis, del ser humano están los que yo diría pierden y los que ganan.
Los que pierden; evidentemente los que no consiguen ver más que sombras sin alcanzar a distinguir la realidad.
Los que ganan; aquellos que se benefician primero de poder verla en su totalidad y si hay algún interés detrás, de que los “deslumbrado/os”, ganen con mantener su nebulosidad, siempre habrá quién le o les anime a que se mantengan en la visión distorsionada, opaca, en penumbra, como en sombra, sin desvelar la verdad.
Así como en esta metáfora, hay realidades familiares, humanas, que sin proponérselo, se regocijan en la penumbra del o de los otros, haciendo todo lo posible por ocultar la verdad sin recordad que en la complicidad, está la falta o delito y más aún, que a la hora de verdad, todo se sabrá.
Por lo tanto, querer ocultar el sol con un dedo es sólo un juego que tarde o temprano concluirá, porque el sol es dinámico y rápido en su movimiento y porque aparece también cuando menos se le espera detrás de nubes o chaparrones.
A veces, quién busca le llegará la fortuna de poder contemplarla de verdad ya que puede esperarse cualquier realidad.
Quién la esconde, puede verse descubierto de manera imprevista quedando desnudo ante toda una comunidad.
Isabel Gómez.
Fotografía de María Isabel Gómez Castillo.
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