Hay un dicho que indica que, cuando la Primavera llega la sangre altera.
Lo cierto, es que la primavera es una de las diversas estaciones del año en dónde el alma se puede ver reflejada.
Esta bella, florida, colorida estación, bien puede ser el reflejo de estados de ánimo a los que el ser humano aspira a tener de manera continuada; sin embargo, como cada estación del año, cada una cumple su ciclo y con él su función en la Tierra y en los Seres Vivos.
Igualmente, el aspirar a estar en estados emocionales de continua primavera es un factor a equilibrar. Lo natural es que, así como la Tierra (ente generoso dador y acogedor de la vida), la emocionalidad de cada persona aprenda a desarrollarse a través de sus diversos estados en los que en diversas ocasiones de la vida se encuentra inmerso, convirtiéndose en un SER productivo, armónico, receptor y emisor de energía la que llegue a ser en la mayoría de sus casos una energía positiva.
Vivir un estado primaveral en el interior del ser humano es abrir las puertas a realidades diversas, afrontarlas con calma así como con paciencia, a la vez de saberse beneficiar de ellas, tal y como lo hace la Tierra en sus diversos ciclos y adaptaciones climatológicas de los cuales extrae siempre el mayor beneficio para la supervivencia de quienes dependen de ella.
En este caso, sacar el mayor provecho de los estados anímicos diversos llevándolos a que se expresen en la ocasión precisa durante el tiempo requerido, es sinónimo de salud mental y porque no decirlo: de equilibrio emocional.
Isabel Gómez
Fotografías de María Isabel Gómez Castillo