Como cada año, el 25 de Noviembre, se ha reservado para recordar el NO a la violencia de género y especialmente, la violencia machista.
El 2011, llega a ésta fecha con 54 mujeres a las que se les ha arrebatado la vida por esta causa.
Entre los datos que aportan las estadísticas, es que sólo 14 mujeres habían denunciado en España la violencia machista de la que venían siendo hostigadas. Pienso que este dato es importante porque invita a replantearse la eficacia de todos mecanismos puestos en marcha para prevenirla y sobre todo evaluar las sentencias que el poder Judicial llegan a ser en una gran número de casos, contrarias a la buena voluntad con la que se creó la ley que busca prevenir así como evitar más muertes de mujeres en manos de sus maltratadores.
Hoy, quiero ir un tanto más allá de lo que se suele comentar en esta fecha señalada.
Quiero, decantarme por las mujeres que, pese a haber pasado por situaciones de maltrato tanto psíquico como físico o uno de ellos, en general el psíquico, pese a la espalda que le pueda proporcionar el Sistema Judicial, deciden emprender un nuevo camino recomenzando una vez sus vidas muchas veces buscando apoyo ya no sólo en las redes Institucionales, sino también en sus redes sociales.
Es en éste punto en donde deseo detenerme más: en las redes sociales, en los círculos de amistades o conocidos que hayan llegado a conocer el alcance perjudicial en diversos ámbitos del ser humillado y dolido llega a padecer.
Generalmente los Psicólogos, así como los Trabajadores Sociales y Médicos, suelen a animar a la persona que ha pasado por un proceso de violencia machista, a que se apoye en los amigos, que busque compañía y preferentemente este proceso de readaptación a un nuevo modelo de vida lo viva acompañada, arropada. Y así debería ser.
A partir de aquí, me abro de esta sugerencia.
Éste buen consejo, desde mi observación y experiencia, funciona en una primera etapa de duelo en dónde la víctima, busca asimilar todos los por qué de lo acontecido.
Es natural que necesite hablar, porque es la mejor manera terapéutica para sacar todo lo que lleva dentro hasta que llegue el momento en que una parte de su vida es sólo eso, una historia más de la misma porque la intensidad del dolor interior la deja de quebrantar para recién comenzar a observarse, a reconocerse en una nueva persona, en un nuevo ser humano capaz de sobrevivir a ello y puede que a más. Es cuando su autoestima, se comienza a fortalecer haciéndose parte de un estilo de vida diferente a lo experimentado.
Éste, es un momento en que la víctima, ha de comenzar a tomar decisiones.
Inconsciente su entorno se llega a cansar de la misma historia, de la misma actitud que por una temporada aquel ser humano necesitará superar.
Es aquí en dónde aparecen los nuevos maltratadores psicológico de tipo encubiertos.
Se cansan de escuchar una y otra vez lo que para los otros es la misma historia, sin querer tener en cuenta que es la historia de vida de esta persona les y que se la comparte, porque en ella confía. Los más benevolentes optarán por apartarse primero físicamente, después a través de las llamadas telefónicas que no son respondidas, hasta el punto que pueda alguno decir e incluso de manera asertiva: cambia de tema, que siempre hablas de lo mismo. Otros u otras, entre gritos, le dirán: ¡olvídalo, ya pasó, si pareces tonta¡ otras (porque generalmente suelen ser mujeres), le dirán con dientes prietos y los hombros subidos de tener una respiración contenida: ¡ya basta, mírate, tú vales más…, etc!, sin tener en cuenta que aún está en su proceso de duelo, y más doloroso aún: observar que cuándo la persona que le suelta aquella parrafada, se queda aliviada, los hombros se le relejan. Hasta que una víctima, pueda apreciar todas aquellas agresiones camufladas de aparente preocupación por su ser y su bienestar, pasará mucho tiempo.
Si en momentos como los señalados arriba, aún la víctima no está preparada para romper con los vínculos que ella sí detecta como ofensivos pero que no tiene la fuerza psicológica suficiente para eliminarlos de su paso por la vida, pasa a soportar una carga que perpetua su situación de víctima.
Cuándo se puede liberar de este lastre, cuando realmente sea consciente de quién es, quién puede ser, quién era y haya roto ya con los vínculos emocionales que la ataban al dolor de experiencias no deseadas en su vida.
A partir de ahí, la víctima puede dejar de serlo para pasar a ser un Ser Humano, una Mujer íntegra.
Como medidas de protección a su persona, puede comenzar a descartar a aquellas supuestas amistades que le giraron la espada cuándo necesita hablar. Eliminar de su entorno de soporte social a todo y todas aquellas personas que en su momento le mostraron cansancio ante su llanto y poca comprensión a su realidad y respeto a su persona. Retirar definitivamente a todas aquellas personas, que la mantengan rotulada, marginada en lo que se piensan que sólo puede ser: víctima, y cómo, tratándola como la trataba durante su época de necesidad afectiva o de intenso dolor moral y psicológico.
Esto quiere decir que, cualquier palabra fuera de tono, de lugar o actitud corporal de quién la haya conocido en su etapa de víctima y la quiera volver una vez más vulnerable, ya sea con el chantaje, manipulación o lo ya señalado, será descartada o descartado de su entorno porque el permitir actitudes como aquellas es permitirle a los demás que hagan frágil, que la subordinen a un estado por el que se ha estado años luchando de salir.
En conclusión, una víctima de violencia machista tenga o no el reconocimiento jurídico que le corresponde, tarde o temprano cambia todo su entorno porque cambia toda ella en sí.
Puede conservar parte de sus relaciones sociales previas, reeducadas a su nueva realidad y que le muestren el respeto que merece ya que el mismo ha de ser siempre mutuo.
Dejar de ser VÍCTIMA, habiendo pasado por un proceso de violencia machista, requiere tiempo. Requiere una reconstrucción de la personalidad, recrear un nuevo mapa mental sobre lo que quiere y puede trabajar. Requiere, tener el valor de mirar siempre adelante y si, por un casual ha de mirar atrás, sólo será punto en el camino de la vida, como muchos otros más.
Ello requiere optar por VIVIR, por reconciliarse con la ESPERANZA, por reencontrarse con sus RAÍCES, por Ser una vez más, ELLA MISMA.
Isabel Gómez