Es el mes de María, para María
Santísima y por María Madre.
El mes comienza con la
celebración del día de Nuestra Señora de Fátima que es el 13 de Mayo,
seguidamente, viene el día de la Virgen del Rocío y finalmente, para cerrar
este hermoso mes, se da la festividad de Nuestra Señora de María Auxiliadora.
Por gratitud y devoción es en el 24 de Mayo en el día en el que deseo
detenerme.
Soy Mariana y Nuestra Señora de
María Auxiliadora es quién me viene socorriendo en los momentos más complejos e
inesperados de mi vida.
Llegué bajo el manto de Nuestra
Señora de María Auxiliadora gracias a las Hijas de María Auxiliadora a través
del Oratorio Salesiano de Mujeres del distrito de Magdalena de Lima; desde
entonces, María Madre se ha ido manifestando y cuidando de manera excepcional
con más consciencia para vivir en estado de gratitud hacia ella desde entonces.
Tras años intensos de regalos de reencuentro con la vida, este año, (nada más comenzar el día en plena madrugada peruana con diferencia horaria para con mi amada Barcelona), comenzaron sus regalos de manera evidente, inconfundibles e indiscutibles. Este año, su manifestación de amor, ha sido incalculable manifestándome su amor de la manera más infinita como una madre puede hacerlo: consolándome en el dolor que a veces sólo quienes amamos en silencio de verdad, podemos experimentar, para luego dejar paso a un estado de confianza, de serenidad interior, de paz, sabiendo que todo lo que viene dado bajo su manto es sabio y es bendecido para quienes tienen la fortuna de estar bajo su invocación.
Tras años intensos de regalos de reencuentro con la vida, este año, (nada más comenzar el día en plena madrugada peruana con diferencia horaria para con mi amada Barcelona), comenzaron sus regalos de manera evidente, inconfundibles e indiscutibles. Este año, su manifestación de amor, ha sido incalculable manifestándome su amor de la manera más infinita como una madre puede hacerlo: consolándome en el dolor que a veces sólo quienes amamos en silencio de verdad, podemos experimentar, para luego dejar paso a un estado de confianza, de serenidad interior, de paz, sabiendo que todo lo que viene dado bajo su manto es sabio y es bendecido para quienes tienen la fortuna de estar bajo su invocación.
Como buena madre, siempre deja el consuelo de que sólo nos concede lo mejor tanto para quienes creemos en ella así como para aquellos que nos rodean y también nos aman.
Este año, tras
muchos años de estar lejos de ella, ausente físicamente de mi tierra, me ha
bendecido con la presencia de amigos entrañables con los que sin saberlo nos
mantenía unidos la misma devoción a
través de vínculos inesperados.
Cuando una vida
se ofrece, se pone en Manos de Nuestra Señora de María Auxiliadora, toda
experiencia tiene una visión diferente, todo tiene un sentido distinto.
Hoy tras unos
días de experimentar mi gratitud hacia nuestra amada Madre por todas y cada una
de los milagros que consciente e inconscientemente me regala, puedo por fin,
públicamente agradecerle todo el cuidado que a lo largo de estos años de mi vida
me ha ido otorgando.
Con mi gratitud
a todo lo que mi amada Madre bajo la invocación de María Auxiliadora me ha
concedido deseo cerrar este mes en mi vida.
Puedo decir que
tras años de ausencia de estar ausente físicamente en su festividad, este año
ha sido un reencuentro de amor intenso, de gratitud, de reconocerme una de sus
hijas amadas y reconocer que, además de amarme, ama de manera exquisitas a
quienes me aman cuidando de ellos con exquisito cariño aunque a veces ese
cariño tan puro sea difícil de experimentarlo.
Por ello, hoy
quiero dar las gracias, por haber tocado una vez más mi corazón, por haber
tocado otros corazones, por serenarme y por otorgarme la confianza de que, bajo
su amor y su manto amoroso, cuidará a todos aquellos con tanto amor a quienes
también me aman humanamente.
Gracias Amada Madre
María Auxiliadora, por haber sido mi Auxilio silenciosamente a lo largo de
todos estos años.
Isabel Gómez
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