Naciste paloma,
pura como la nieve recién regada
sobre fértil llanura en donde la vida se escampa.
Cuando apenas alzabas vuelo
Vientos Paracas,
alcanzaron el despertar de tus endebles alas
transformarlas en frágil cristal.
Fisurada en tu alma te encontré.
El Arco Iris era insignia en tu pecho.
Cuando los polvos y los aromas de las falsas
alegrías
arroparon y
atraparon tus frágiles sueños,
en cenizas grises sucumbiste.
Rota y casi sentenciada a pena de muerte
te alzaste.
Erguiste tu cabeza en el Cosmos
entre tenue
amanecer de otoño,
aún apelando a la esperanza
retornaste al ciclo de la vida.
Ahora, en tierras fecundas te escampas
recordándote paloma,
transformándote para otro ser.
Así testigo me haces de la vida,
cerrando y abriendo ciclos
de agonía y
esperanza
dejando atrás el tiempo de aprendiz.
Tus alas Paloma,
una vez más al viento baten
doblegándolo en la gravedad y en la inclemencia.
María Puccio
Fotografía de María Puccio.
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