A ti
maestro,
que me
enseñaste a picar canteras
desde la
fricción de mi corazón,
y a conseguir luminosos fuegos
que
candentes abracen la esperanzan desde sus cenizas.
Tú,
que hacías
volar mi inteligencia escondida entre Cantutas y retamas
supiste
transformar en el horno del tiempo mi ser para la vida.
¿Quién lo
diría maestro…?
¡Aún las
cuerdas de tu voz me vibran sabiduría!
haciendo
estremecer mi alma,
cada vez que se recuerda niña.
María Puccio
05 de Julio del 2021
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