Mi admirada y gran amiga Marta Cedeño, siempre asocia la palabra extranjero a los que hemos llegado a España y somos de cualquier otro país de origen.
No nos gusta la palabra inmigrante ya que tanto para ella como para mí, suena despectivo, debido a que este término se aplica más a personas que venimos de los mal llamados “países del tercer mundo” (Latinomérica y Asia", más no o excepcionalmente, a personas que vienen de otros países de Europa o incluso del Norte de América.
Sigo compartiendo la idea con ella, sólo que me gustaría hacer una pequeña acotación; la que surge de observaciones, experiencias y especialmente de mi convivencia en una localidad dónde sus habitantes somos mayoritariamente foráneos como es L’Hospitalet de Llobregat.
Aquí me encuentro con personas que somos de diferentes países. En su mayoría se niegan a compartir las formas y estilos de vida que tiene el país que nos acoge y concretamente Catalunya, una de las Comunidades con mayor autonomía dentro de España. Es desde aquí de dónde quiero hacer el inciso.
Muchos de los "nou binguts" que así se no denominan en Cataluña, señalan en voz alta, y así lo manifiestan con hechos, que no les gusta esta cultura; tanto por su lengua como por sus exigencias en cuanto a temas de orden e integración ciudadana y civismo.
Ellos quieren vivir tal y cómo vivían en sus países de origen, negándose en muchos de los casos a recibir consejo para abrirse hacia una nueva sociedad, más no negándose a recibir las subvenciones que el sistema tiene previstos como ayudas para los mismos en temas sociales o sanitarios. (Aun que éste es otro tema).
Este tipo de personas suelen formar getos; mostrando poca apertura hacia la nueva sociedad que nos acoge, no aceptando las normas mínimas de convivencia y comunitarias ya sea en temas de ruido, limpieza..., se mantienen al margen la hora de participar en actos ciudadanos; su conciencia cívica deja mucho que desear ante la insensibilidad que muestran en temas de actualidad como son por ejemplo, temas de violencia de género, maltrato a menores, etc... incluso llegando a regocijarse en el dolor ajeno, convirtiéndose "sobre todo hombres" en maltratadores colaterales después de haber incurrido incluso en un delito de omisión al socorro.
Este tipo de personas para mí, siempre serán inmigrantes. Los venidos de fuera, los que quieren sentirse desplazados por el sistema, los quieren sentirse fracasados y frustrados buscando continuos culpables a su realidad social, disfrazando su comportamiento social en una mal ustificada añoranza a su tierra de origen, los que conscientemente no buscan encontrarse consigo mismos, los que se quedan parados y no hacen nada para salir adelante, los conformistas. ¡Los que se quieran llamar como lo que se quieran llamar, pero seguro que no se llamarán “Ciudadanos” y que jamás, jamás…, podrán alcanzar con dicho comportamiento el derecho de ser Ciudadanos aunque alcancen a tener una nueva Nacionalidad. Ellos se serán "Los Inmigrantes!, porque es así como quieren considerarse.
La ciudadanía implica mucho más que estar en un lugar dentro de un Estado sea cual fuere éste, conlleva implicarse, identificarse con un mínimo de sus criterios; implica responsabilidad y ser consecuente consigo .
Yo soy Ciudadana, soy consiente de las responsabilidades civiles y penales que implica haberme acogido a una segunda nacionalidad, de saberme que estoy en una tierra que no es mi tierra, a la quiero hacerla mía cómo probablemente ella me quiere hacer suya, por ello nunca perderé mi identidad, sé que si en mi país de origen fui Ciudadana, valor intrínseco que va conmigo y no se me olvidará cómo para aquí no serlo. Isabel Gómez.
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