En este caso tanto la Fibromialgia como el Síndrome de Fatiga Crónica, son diagnósticos distintos. No siempre una persona que padece Fibromialgia, desarrolla un Síndrome de Fatiga Crónica y viceversa.
Estas dos enfermedades totalmente diferentes una de la otra no necesariamente conviven a la vez con la persona. A veces se presentan una independiente una de la otra, y otras veces juntas.
Tanto la una como la otra tienen períodos de diferentes niveles de manifestación, que como cualquier enfermedad crónica presenta períodos de crisis y otros de estabilidad.
Tanto la Fibromialgia como el Síndrome de Fatiga Crónica, son enfermedades que para convivir con ellas que requieren paciencia, valentía, constancia, equilibrio emocional, auto-confianza, buen humor pese al dolor, saber controlar el diálogo interno (el reflexivo), más no el automático (que es impulsivo). Pero sobretodo requiere tener objetivos reales, alcanzables, que se conviertan en el motor que lleve a la persona a alcanzar los mismos.
Yo, en primera persona estoy viviendo no sólo los retos que plantea una enfermedad como es la Fibrobromialgia, sino que, además, estoy padeciendo en primera instancia hoy por hoy el Síndrome de Fatiga Crónica.
Había escuchado hablar del Síndrome, sobre todo en lo que afecta al estado físico; descrito habitualmente como cansancio crónico o fatiga física. Sí que había identificado en mí alguna vez algunos de los síntomas en períodos cortos coincidentes con estados críticos de la Fibromialgia, pero lo que jamás llegué a imaginar eran los alcances de este Síndrome a nivel mental.
Hace unos meses, comencé a perder parte de mis recuerdos, no sólo personales sino los que con tanto esfuerzo adquirí con mis estudios.
Comencé a presentar dificultad de comprensión tanto oral como escrita. Me fue más identificarlo con la lectura, pensé que lo que escuchaba no lo entendía y retenía por distracción. Hasta que de pronto, dejé de comprender casi por completo signos y símbolos. Todo parecía justificarse con un problema de visión distorsionada, conglomerada, borrosa… Disminuyó mi capacidad de atención, concentración, memoria…, era incapaz en algunos casos de leer y entender el significado de una palabra, y en general de hacer lo mismo con una frase.
Todo ello asociado a dolores insoportables de cabeza, en cráneo, oído; asociados a contracturas propias que se desarrollan con la Fibromialgia.
Acompañado de un agotamiento mental del que jamás había oído hablar; era incapaz de mantener mi atención hacia lo que presenciaba o escuchaba, desorientada espacialmente, mi capacidad de comprensión casi desapareció. Presentaba una gran necesidad de dormir, dormir, dormir…, no tenía fuerzas para abrir los ojos, menos para levantarme.
Lo primero que hice fue complacer a mi cuerpo, en cuanto al dormir. Segundo, mantener la calma y valorar qué pasaba y cómo podía auto-ayudarme.
Todo y así me hice una propuesta. Desarrollé con paciencia y mimo un plan terapéutico de recuperación escolar acorde a mis necesidades. Me desarrollé, como para niño pequeño un programa de aprestamiento escolar.
Muchas de mis funciones cognitivas se habían visto tocadas, pero precisamente mi capacidad de análisis no se había visto mermada, tampoco la de auto-gestión.
Fui trabajando conmigo misma los tiempos que mi organismo me lo permitía; a veces más a veces menos.
Sin forzar nada en mí, iba cuidando mis facultades habidas, con la confianza que tarde o temprano recuperaría las perdidas o parte de las mismas.
Llevé un control riguroso de mis avances. Como buena psicóloga formada en conductismo, reconozco que fue la mejor herramienta para mi rehabilitación.
Tras intenso trabajo, yo siempre serena y constante; fui recuperando muchas de mis habilidades cognitivas perdidas.
Hoy después de casi 8 meses estoy aquí. Escribiendo mi experiencia. Aún con mis limitaciones pertinentes, pero cumpliendo uno a uno mis objetivos, con paciencia, constancia, seguridad y confianza en mí misma.
No ha sido un camino fácil, pero tampoco imposible. Puse en marcha todo un mecanismo de control emocional, aceptación de mis limitaciones, control de mis pensamientos, mejora en mi comunicación…
Por ello, deseo compartir con quienes me lean esta magnífica experiencia. No para presumir, sino para agradecer. Agradecer que sigo aquí, a mis amigos, familia y en todos los que confiaron en mí y me animaron a seguir adelante.
Moralejas:
¡No existen límites para seguir adelante, los límites se los pone el mismo ser humano!
Lo que diferencia al ser humano del resto de las especies es la constancia, la perseverancia, el jamás dar un paso atrás sobre el dado hacia delante.
La razón que ha de tener el ser humano es el seguir siempre adelante, vencer obstáculos y sobre todo; ha de ser por el mismo.
El que es necesario que el ser humano se quiera a sí mismo, si no se quiere a sí mismo, no le podrán querer los demás y tampoco querrá a los demás. Bajo situaciones como estas es bonito dejarse querer y querer.
- Ser consciente de lo que se tiene, y no auto-compadecerse de sí mismo es la clave. ¡Ánimo!
Isabel Gómez.
Aurtora: Isabel Gómez Castillo