Dice el dicho: “para muestra basta un botón”, pero yo tengo dos.
Me he encontrado con un gremio dentro del ámbito sanitario que son unos sujetos que han estudiado medicina, se han especializado en cirugía máxilo-facial y realmente se comportan como si fuesen dioses, intocables, irrefutables; que se expresan con desprecio hacia sus colegas de otras especialidades y con toda persona que tengan delante.
Desconozco las cartas de reclamaciones que haya acumulado este gremio, sería interesante saberlo. Porque puede que hasta ahora hayan habido demasiados “pacientes”, y ya es hora de que éstos se reconozcan como personas con derecho a un trato digno, como me he reconocido yo.
Lo cierto es que tengo para muestra dos botones, no sólo uno, y propongo que quien tenga más, que lo diga.
Supuestamente, estos sujetos debían valorar mi dolencia y realizar un estudio de las causas de ésta.
Respuestas con el mismo discurso por parte de ambos sujetos en tiempo y espacio distintos: “¿no sé por qué envían a gente así a mi consulta?, cuando hay pequeños desgastes articulares, ¡el dolor es normal… y se ha de aprender a vivir con él…, tenerle paciencia,”…!
Mi primer botón, fuera de toda ética profesional, y verdaderamente ofendido con mi presencia ante él, me explicó el cuadro de la “paciente” que él había visitado previamente a mi presencia. Me indicó que: “de él, sólo puedes conseguir una consulta para psiquiatría o para psicología; “ni quiera merece la pena que te haga una resonancia, ¡si puedes abrir la boca mejor que yo!”. Me indicó que él no estaba para perder el tiempo. Sin preguntarme qué me suponía abrir la boca, me envió a casa tal cual, pero antes decide darme “un consejo: mira hija, tienes dos opciones, hacerme caso creer en lo que te digo, o convertirte en una peregrina de la seguridad social, hasta conseguir que te mientan y te digan lo que tú quieres que te digan. Nadie podrá arreglar tu problema”.
Seré sincera, como pocas veces me pasa, me quedé sin palabras. Pero no por lo que imponía este sujeto sino porque en realidad por imponer no imponía ni respeto y no merecía perder el tiempo con él, me quedaban otras alternaba de especialista/s. Sinceramente este sujeto carencia de profesionalidad, de humanidad llevada al punto de la altanería y vulgaridad.
Con el paso de los meses no sé por qué motivo me quedo sin poder abrir la boca. El dolor y la contractura se apoderaron de mi cara por unas semanas, apenas si podía comer.
Mi segundo botón, me cuenta el mismo discurso, sólo que con un poco más de respeto pero con mucha “gracia” que más bordeaba la ironía y carencia de humanidad. También pretendía mandarme a casa con las manos vacías. Este botón tampoco comprendía por qué en éste caso una médico especialista en medicina física me envía a un cirujano máxilo facial. Deduzco que ambos sujetos no sólo no sabían leer, ni escuchar, ni ver…, ya que ambos en diferente tiempo y espacio estaban ensimismados en un mismo monólogo; estaba demás que yo intentase explicarme…; frente a este espectáculo gratuito, con el segundo botón decidí exigir respeto a mi persona y ser tratada con dignidad. Me parecía demasiada poca vergüenza por parte de éstos sujetos que me tratasen como una cosa “paciente” que tenía que acatar lo que el dios cirujano máxilo facial decía dentro de su necedad carente de toda ética profesional.
¡Qué lástima! Lo tuve que amenazar. Le dije “o me explora y realiza el estudio que indica la especialista o le pongo una carta de reclamación”.
Todo seguido como si nada hubiera pasado me dice: “decide, ¿carta de reclamación o resonancia?”.
Mi pregunta es: ¿es necesario llegar a este nivel tan bajo y hasta mezquino con alguien que ha olvidado que trabaja con persona y sobre todo, que él también ha de ser persona?
Sigo preguntándome, ¿Saben los especialistas de la Seguridad Social cuál es la función de un cirujano máxilo facial a la hora de valorar una dolencia de ATM?
¿Saben que hay un especialista en ATM?
¿Por qué se piensan los cirujanos máxilo faciales que todo “paciente” que les llega ha de ser directamente para pasar por cirugía?
Y si lo saben, ¿de qué se quejan?
¿Será acaso que tanto mi presencia como la de muchas otras personas son para justificar su sueldo cuando no están en quirófano?
Acepto más preguntas y experiencias.
Isabel Gómez
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