Hay momentos en la vida que es necesario tomarse un respiro romper con los moldes que nos aprisionan y dejarse llevar por la sensación para ser uno mismo.
Este profundo placer es el que permite neutralizar la ansiedad.
Neutralizar la ansiedad requiere entrenamiento, constancia en el ejercicio, paciencia en el aprendizaje para así aprender a neutralizar muchos componentes que forman parte del ser humano, requiriendo mayor esfuerzo el control mental: lo que se piensa, los auto-mensajes, las visualizaciones de la persona misma ante situaciones determinadas que aporten experiencias de sensaciones concretas.
Respirar para relajar el organismo está bien.
También está bien tranquilizar las emociones, ¿cómo?, pensando en algo diferente a lo que provoca la emoción actual. También está bien saber identificar dicha emoción.
Mejor aún, es decidir qué es lo que verdaderamente se desea experimentar, “qué sensación se quiere sentir”.
Yo quise sentir el calor del sol en pleno invierno, mientras en muchas ciudades de España helaba o incluso nevaba.
Decidí sentir la temperatura del mar para contrastarla con mi calor corporal a través de una de las tantas zonas termostáticas que el organismo tiene; el resultado final: placer.
Ahora tengo un ejemplo inmortalizado en mi memoria cinestésica para cuando tenga una situación que me provoque ansiedad, la pueda recordar.
Recordaré siempre el sol calentando mi espalda, casi sudando por la misma brisa, el agua del mar a su vez refrescándome.
Este profundo placer es el que permite neutralizar la ansiedad.
Neutralizar la ansiedad requiere entrenamiento, constancia en el ejercicio, paciencia en el aprendizaje para así aprender a neutralizar muchos componentes que forman parte del ser humano, requiriendo mayor esfuerzo el control mental: lo que se piensa, los auto-mensajes, las visualizaciones de la persona misma ante situaciones determinadas que aporten experiencias de sensaciones concretas.
Respirar para relajar el organismo está bien.
También está bien tranquilizar las emociones, ¿cómo?, pensando en algo diferente a lo que provoca la emoción actual. También está bien saber identificar dicha emoción.
Mejor aún, es decidir qué es lo que verdaderamente se desea experimentar, “qué sensación se quiere sentir”.
Yo quise sentir el calor del sol en pleno invierno, mientras en muchas ciudades de España helaba o incluso nevaba.
Decidí sentir la temperatura del mar para contrastarla con mi calor corporal a través de una de las tantas zonas termostáticas que el organismo tiene; el resultado final: placer.
Ahora tengo un ejemplo inmortalizado en mi memoria cinestésica para cuando tenga una situación que me provoque ansiedad, la pueda recordar.
Recordaré siempre el sol calentando mi espalda, casi sudando por la misma brisa, el agua del mar a su vez refrescándome.
Fotos: Ambas de la playa de Cubelles.
Autora: Isabel Gómez Castillo
1 comentario:
En este artículo recojo un ejemplo claro de un ejercicio de higiene mental para combatir el estrés.
Isabel Gómez
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