El 21 de Julio, cumplió años, la amada hija de una de mis íntimas amigas.
Tras la celebración de su aniversario, mientras los niños y amigos íntimos de la familia continuaban la celebración en un parque de la zona, yo, desde casa, decidí captar la imagen de la luna creciente que ese día presentaba. Parecía tener una fina capa, que dejaba ver de sí sus entrañas.
Transparente, como mi niña, con su inocencia, ternura, talento y sabiduría. Me la imaginaba inventándose sus historias, y relatando cuentos que desde bien pequeña sabe narrar, con observaciones precoces, de lenguaje depurado más que el propicio para su edad.
Mientras realizaba las fotos, le preguntaba a la luna: ¿hoy qué me traes?, ¿qué emoción me arrancas y que con qué sensación me dejas?, ¿a qué ilusiones me remontas y a qué sueños me proyectas?
Fue entonces, cuando en mi pensamiento volvió mi tierna niña a quién veía jugar entre una tenue nueve traviesa que la escondía de tanto en tanto a la espera de revelarme algún secreto, o develarme alguna nueva realidad. Como mi Luna, salía, segura, airosa, resplandeciente para recordarme que aquella imagen era más que un símbolo, era una realidad, como la Luna morena que llena de energía controla las mareas temperamentales de quienes la rodean, para como la luna creciente, llevarnos con el vaivén de sus ilusiones, sueños y fantasías, a algunos adulos que con el cansancio de la vida, reposamos en ella, nos renovamos en ella, para continuar la vida con la esperanza, convertida en alegría y bienestar.
Para mi Luna amada.
Con cariño.
Isabel Gómez
2 comentarios:
¡Preaciosas tus palabras, Isa! Gracias por querer a mi alunada Luna, tan bella como esa otra que cuelga del cielo y mueve las mareas.
Un abrazo inmenso,
Martha
Gracias isa, me ha gustado mucho.
Es muy bonito
besos, Luna
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