viernes, 3 de febrero de 2017

Quedaste


Entre lecho  y lecho
te saboree, 
como a roble intenso y moras silvestre.
Dejaste en mi piel
el sello añejo y cobrizo de tu destreza.
Como entre pétalos de rosas me tuviste
 y, 
como rocío al clavel, 
en fugaz amanecer me dejaste.
Sin que pudiese resistirte
como el hierro al fuego atravesaste, 
con el te quiero de lo vivido.
Decidiste ser aire de torrencial nevada,
quedando suspendido en mi ser.
Ahora, 
sin verano llega el otoño
que trae consigo en ajeno llanto grisáceo,  
lo que esperanza fue
y el recuerdo que los sentidos preservó.
Sin ti,
quedan los  perfumes que mi ser atrapó
entre vientos furtivos. 
Hoy,
retoñas a la vida 
entre linajes de fresca albahaca,
como canela y miel,
para que renazcas, 
mi cauce huido.

María Isabel Gómez Castillo
Fotografía de María Isabel Gómez Castillo

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