Llegas
como el rocío fresco,
amando
amplios campos floridos
en
precoz primavera,
bajo
suaves cielos serenos y celestes,
que
se pierden en un denso mar.
Como
Ocaso tardío,
tu
incandescencia expira,
y me
llevas a sueños ocultos
para
anidar entre floridas Madreselvas.
Mientras…,
mi
niña sale a pasear:
alegrando, alumbra.
Y
recorre arrullos,
recogiendo
sudores de sollozos
para
profundos cántaros de cristal.
Así
eres Tú,
Firmamento
sin horizonte.
Almendro
maduro.
Y te
despides,
entre
juguetonas nubes,
abrazando
historias
presenciadas
bajo frondosos hibiscos
de
intensos rojos aterciopelados,
para
nuevamente
volver
vaporoso y fecundo,
amando
amplios campos floridos.
María
Puccio
Fotografía
de María Puccio
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