martes, 11 de abril de 2017

De penumbras


Cae la noche penumbrosa
y con ella, el hastío.
Cae el alma fatigada,
por  horas de asfixia en prisiones
en las que se hallaba secuestrada.
Como de tumbas encriptadas,
que sus fétidos tufos dejan escapar,
revuelven la  fragancia del ayer.
Infame, así caes.
Despiertan durmientes praderas
con sus nogales reposados,
y  rompen en llanto
 para liberar la congoja de la traición.
Sombra de hiel y hiedra ahora eres.
Con premura se espera
llegue la media mañana
para que, como eclipse de luna permanezca
cual perfil no habido.
No hay adiós, sólo la libertad de degeneradas
ironías.

María Puccio
Fotografía de María Puccio

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