Mi amor por la naturaleza, se hace máximo al contemplar la belleza que el cielo otorga entre auroras y crepúsculos desde los que me diviso abstraída hecha una en él.
Es entonces, cuando dejo de ser. Y me hago suave soplo que acaricia a las frágiles brizas, que a mis manos llegan vivaces para abrazar.
Y soy de pronto, cielo y tierra para semillas que en fotosíntesis ágiles, vienen y van en su manar insaciable, ante el que caen rendidos entre nuevos despertares.
En ese amar me fundo. Y soy una sin serlo y soy todos en néctar sucoso.
María Puccio
Fotografía de María Puccio
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