La sintomatología en cada una de las personas que padecemos estos caprichos de la naturaleza es peculiar, particular y responden a la individualidad del organismo. Cada persona como únicas que somos, tenemos nuestra propia manera de experimentar el proceso crónico de dolor, el que ha de ser respetado por nuestro entorno más cercano y aún más por los sanitarios más no obligársenos a asumir nuestras peculiaridades e individualidades, como estados generalizables.
Sin saber por qué, hay momentos, días o temporadas en que el dolor no está presente y de pronto sin motivo alguno, en plena tranquilidad y estabilidad de mi vida, aparece.
El dolor se incrementa sumándose a las limitaciones cognitivas ya antes descritas. Provocan en mí, contracturas musculares espantosas que ni siquiera me dejan dormir o a veces hasta ducharme, ya que el chorro de agua se convierte latigazo que sacuden mi cuerpo, sin que ninguno de los medicamentos prescritos para el dolor neuropático pueda conseguir el efecto esperado.
De igual manera, pasa con los estados de inestabilidad corporal, llegando al extremo de presentar torpeza motora gruesa sin poder controlar mi entorno espacial.
La conciencia de todo este proceso, a veces me genera ansiedad, la que se suma a la intrínseca y propia de la enfermedad, exigiendo en mí, un mayor autocontrol, auto-confianza y paciencia sin dejar que todo ello merme mi autoestima. De lo contrario entraría en un círculo vicioso que daría paso a otro cuadro patológico ligado más a temas de salud mental.
Es en este momento cuando realizo un gran esfuerzo de higiene mental y control físico por llevar una vida normal dentro de los parámetros que mi organismo me permite, respetando sus biorritmos e inversión controlada de energía.
Isabel Gómez
2 comentarios:
Hola Isa,
Recibí tu correo, vine a visitarte y te encuentro hablando de la fibromialgia, lo que me anima a poner un par de conceptos referentes al sufrimiento y al dolor.
El sufrimiento y el dolor y el coexistir con ellos, son temas que siempre acompañan al ser humano. En tal sentido resulta “esencial” a la naturaleza humana.
Sin embargo actualmente estamos tan acostumbrados a oír solo elogios por la vida placentera, que sin quererlo pensamos que el verdadero “bienestar” del ser humano está en el goce de lo temporal que ofrece la sociedad de consumo en la que estamos insertos. Sin embargo, nunca como en este tiempo el hombre ha estado tan solo, vacío de sí mismo, corriendo tras espejismos de felicidad ilusoria.
Pero Juan Pablo II gira esa tendencia 180 grados y dice que “La Iglesia, que nace del misterio de la redención en la cruz de Cristo, está obligada a buscar el encuentro con el hombre, de modo particular en el camino de su sufrimiento. En tal encuentro el hombre se convierte en el camino de la Iglesia, y es este uno de los caminos más importantes. (Carta Apostólica Salvifici doloris, nª 3).
Para el que carece de la fe cristiana, el dolor es la aniquilación del “bienestar” del hombre y la mutilación de todo futuro.
Para el creyente, en cambio, el sufrimiento no sólo es creativo de lo bueno, por su asimilación al sacrificio de Cristo, sino porque lo saca del poder del mal que pretende incubar en su corazón la rebeldía ante Dios y la queja ante lo supuestamente absurdo del padecer.
Para muchos, los momentos dolorosos y de mayor sufrimiento, han sido los más trascendentales de sus vidas.
Te invito a buscar como enfrentó San Pablo su dolor de espalda, que se cree fue producido por un mal de Pott (enfermedad dolorosísima por la fusión de las vértebras), y como le acompañó este dolor en sus viajes apostólicos.
Gracias y bendiciones.
No olvides visitarnos en www.travesiaporlavida.podomatic.com
Mi queridísimo Jorge: ¡cuánta alegría me da sentirte a través de las palabras tan sabias y ciertas que me regalas como comentario al tema sobre fibromialgia!
Este reencuentro virtual que en tu persona reúne a grandes amigos entre ellos a mi querida Cecilia, tu esposa, que en un tiempo de nuestras vidas nos unió C.AP.HO.NU, refuerzan más aún la importancia de mi testimonio fe confianza en la Providencia y de fe.
He evolucionado y he aprendido a vivir todo tipo dolor en las diferentes circunstancias de la vida llevada siempre de la mano de Dios Padre.
Esta enfermedad, es una oportunidad que me mueve a dar todo lo que he aprendido tanto a lo largo de mi vida profesional como apostólica, por ello, mi deseo de continuar siendo apóstol dando testimonio de vida y fe a través de este pequeño espacio.
Sé ahora a qué correo escribirte y cómo nos podemos continuar comunicando.
Eres un excelente profesional, apóstol y crítico; por ello es todo un honor contar con tus palabras sabias claras en tu testimonio de fe.
Isabel Gómez
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