Si saber escuchar es un proceso complejo, más aún lo es el saber escucharse.
Éste no sólo requiere interés por hacerlo, sino, más aún requiere sinceridad con uno mismo, serenad por lo que se constituye en todo un reto y como tal requiere entrenamiento, paciencia, mucha fuerza de voluntad para evitar incurrir en el auto encubrimiento o negación del verdadero Yo o identidad.
Es un proceso que exige confianza en lo que se va a realizar, es un proceso lento que lleva a la persona a mejorar en su totalidad y que al final le permitirá a dar un paso más en su crecimiento personal.
Escucharse a uno mismo conlleva al auto-conocimiento, el que ha de hacerse grato a sí mismo, debido a que rompe con la propia utopía de lo que se cree se es volcando a la persona a una realidad plagada de posibilidades y limitaciones, constituyéndose ésta en la oportunidad de abordar nuevos retos a vencer para descubrir nuevas habilidades a desarrollar y así crecerse más como persona o en la totalidad del ser.
Escucharse lleva a la persona a entrar en un estado de diálogo interno que podría asemejarlo a un acto de auto-confesión, en dónde además de los hechos entran en juego los supuestos de lo que se quiere ser o se cree ser.
Para escucharse con nitidez, es necesario vaciarse de tabúes de conceptos preconcebidos acerca de sí mismo, prestar atención a lo que el organismo experimenta y serenarse ante las sensaciones que el éste deja.
En este momento es importante saber sentir y sentirse; dejar libertad a la necesidad de experimentar situaciones desconocidas para identificarlas con propiedad en función a la emoción que cada una de ellas despierta.
El saber escucharse conlleva a una explosión de sensaciones que da pié a todo un proceso exclusivamente sensorial en dónde el papel de la conciencia es el de asociar estas sensaciones a nuevos conceptos o reorientarlos hacia los ya conocidos.
Es una experiencia límite de incertidumbre y a veces de angustia hasta pasar luego a la satisfacción de sentirse autorrealizado interiormente, renovada y cargado de energías para ver el mundo con otros ojos y dejarse ver tal y cual la persona es, en su esencia pura.
Es una experiencia para tener siempre presente como referencia y así recordar siempre quién se és y de dónde se viene y realizar continuas transformaciones a las realidades impuestas.
Isabel Gómez.
1 comentario:
Esta reflexión casi abstracta, es verídica, y posible. La aprendí desde muy niña y continuo en ella; sólo que en éste último año y medio acompañada por una excelente psicóloga candiense a quién situaciones de la vida me permitió conocer para seguir creciendo en mi mayor debilidad: la psicología.
Isabel Gomez
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