Tomar una decisión como ésta, requiere valor.
Saberse una persona excluida, desplazada, marginada que corre el riesgo de involucionar social y económicamente, requiere que busque alternativas de solución para que su autoestima no se vea mermada, así como su dignidad. Una manera de hacerlo: buscar mejorar su calidad de vida mediante un triste y patético CERTIFICADO DE INVALIDEZ, que le permita actuar a dentro de sus limitaciones.
Éste, ha de ser el verdadero motivo que los llamados médicos, que integran el degradante, aberrante, hostil, y mal llamador “Tribunal Médico”, han de comprender. Cuando una persona que se arma de valor por absoluta necesidad, de someterse a los atropellos que realizan con su inconfundible carácter personal petulante, autoritarito, narcisista, propio de gente con baja autoestima, carente de valores y que se crece ante la persona débil y en éste caso sí paciente, para humillarla y maltratarla. Son ellos los que han de entender que cualquier persona que padece alguna limitación y que además tiene ganas de seguir adelante, tiene todo el derecho de acogerse a una ley que responda a su prioritaria necesidad: de seguir siendo un ser productivo en todos los sentidos y sobre todo, seguir siendo UNA PERSONA DIGNA .
Isabel Gómez
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