En realidad aún se sabe poco sobre enfermedad; mucho de lo que hasta ahora se conoce sigue respondiendo a hipótesis de lo que puede ser la enfermedad en sí.
Lo que más se conoce de ella, son los puntos de dolor presentados a diferentes niveles del cuerpo de la persona. Dolor que responde a inflamación de terminaciones nerviosas o a contracturas musculares agudas, ambas de carácter crónico.
Sin embargo aún queda por confirmar y descubrir otras manifestaciones sintomáticas y otras patologías que puedan desarrollarse asociadas a la misma y que actualmente padecen muchos pacientes.
Lo que hay que rescatar, es el esfuerzo que están realizando muchos médicos que a modo personal están buscando los mejores tratamientos para sus pacientes que padecen Fibromialgia.
También es de señalar, la importancia de buscar por parte del colectivo científico, los orígenes de la enfermedad. Si bien es cierto, los resultados están siendo lentos, y el coste más elevado corre a cuenta del dolor del paciente, sin embargo es una de las más acertadas búsquedas científicas.
Lo que queda claro en el tratamiento y esfuerzo de los sanitarios por buscar alivio en el dolor del paciente que padece FM, es la carencia de coordinación del sistema sanitario por parte de las diferentes administraciones que intervienen, llevando en muchos casos a que el médico se vea en la obligación de realizar un diagnóstico erróneo para justificar un reposo en el paciente, también la generalización de tratamientos a base de antidepresivos o ansiolíticos ante manifestaciones físicas de otra índole, simplemente por las limitaciones que tiene el facultativo a la hora de actuar.
Pongo sólo un ejemplo: una de las sintomatologías en personas que padecen fibromialgia, es la presencia de problemas de estabilidad corporal. El tratamiento actual, son antidepresivos, ansiolíticos entre otros, cuando uno de los mejores tratamientos podrían venir del departamento de fisioterapia, con un programa de rehabilitación de choque para aliviar la inflamación que provoca el dolor agudo y luego con ejercicios para mejorar la elasticidad muscular que posteriormente el paciente deberá realizar en casa. Además, se le puede enseñar a identificar los primeros síntomas que pueden llevarle al estado extremo de esta manifestación patológica para que aprenda a prevenirla, ya sea con ayuda farmacológica como con los ejercicios fisioterapéuticos previamente aprendidos.
Ello significaría un gran ahorro sanitario, primero: el paciente deja de pedir consultas innecesarias al médico de familia, evitando con ello la saturación los ambulatorios.
Además, los especialistas podrán realiza un seguimiento más completo pudiendo valorar en todo caso la aparición de nuevas patologías remitiéndolas a los especialistas correspondientes.
La Fibromialgia es una enfermedad real, que socialmente ha etiquetado a muchos pacientes con unos parámetros cómodamente inútiles, buscando que ésta sea vista como enfermedad de base psicológica que ha de ser atienden por reumatólogos.
Isabel Gómez