Cuando el río suena, es porque piedras trae, dice el dicho.
Lo planteado a través de un decretazo por parte del gobierno, avalando con leyes denominadas de reforma laboral, es sólo la consolidación de prácticas empresariales que ya se venían realizando con la venia de todas las entidades políticas, así como de todos las entidades administrativas e incluso, sindicales que, en los últimos diez años (como mínimo), se han hecho de la vista gorda para consentir la fuga masiva de los distintos capitales de empresas con los que puede contar una empresa. Me recuerda a Perú, tras su dictadura democrática fujimorista, sólo que aquí, ha sido un camino solapado, sigiloso, gracias a diversos factores distractores que en la población se habían asentado: aparente opulencia o bonanza económica, desplazamiento de la prioridad formación, por prioridades diversas (ocio, negocios…, etc.)
En España este triste fenómeno, tiene como una de sus causas, el silencio oportunista de los representantes de trabajadores que han sido cómplices por años de empresarios y patronales de la violación de los derechos de los trabajadores. Si no, que se lo pregunten al ministro Corbacho, hoy, actual Ministro de Trabajo, que ya venía consintiendo estas prácticas desde su mandato como alcalde del distrito de L’Hospitalet de Llobregat.
Durante su mandado, lo que ha reinado en el distrito mencionado ha sido el trabajo con contratos precarios en puestos de trabajo sumergidos, sectitas, clasistas discriminantes.
Mientras él fue alcalde, los inspectores de trabajo han brillaban por su ausencia, otorgando poder a empresas de diversos sectores que se han desarrollado en éstos márgenes territoriales, a que realicen un uso y abuso del principal recurso que pueda tener una empresa: el recurso humano, a través de: acosos laborales, despidos improcedentes descontrolados, despidos masivos, puestos de trabajo dejados masivamente sin que se investigasen los motivos, la negativa a que se creasen en algunas empresas la posibilidad de tener su consejo de representantes de trabajadores, jornadas laborales por encima de las 40 horas semanales, con contratos que no estipulaban el pago de horas extraordinarias o que han llegado a superar lo que la legislación determina como máximo de horas anuales, pagadas como bonificaciones voluntarias por parte del empresario, etc. .
No por ello, me olvido de los pequeños comercios, administrados por extranjeros sin contratos de trabajo, o sin papeles, que han llegado a estar en sus puestos de trabajo hasta más de 12 horas diarias de lunes a domingo, dando por descontado, que en algunos de ellos, se ha presenciado los servicios de menores de 16 años, que ha realizado jornadas laborales de más de 6 horas diarias que no eran hijos ni de los administradores ni de los propietarios. ¡Por supuesto, que en este distrito, muchos callan, porque ahí, sí que no ha habido agentes del orden público para realizar estas verificaciones!
Muchísimas de las empresas de ésta zona, han cerrado, quedándose con los servicios mínimos, llevándose el trabajo que aquí falta, a países en dónde las condiciones fiscales, de control medioambiental, les resulte más rentable. Claro está, que un empresario, se puede permitir con su dinero realizar lo que le parezca, mi pregunta: ¿y dónde han estado los gobiernos que no han controlado, lo que ya se venía venir?, ¿En dónde o en qué radica el interés del silencio?, ¿y es ahora, cuándo todos los implicados se movilizan?, ¿por qué, no se movilizaron antes, para prevenir toda esta situación? ¡Ah, lo olvidaba, en España, apenas se conoce la palabra prevención, salvo esté ya la catástrofe encima!
También lo olvida, ¡estamos en épocas de previas…, electorales…! Entonces, que suban el telón, porque la farsa ha comenzado, ¡Qué lástima…, lo siento por el teatro, digna, respetable y admirable profesión.
Isabel Gómez
1 comentario:
Yo digo ¿ cuando el río suena agua lleva?, de todos es sabido que los gobiernos tienen la " sartén por el mango" hacen sus trapicheos a espaldas de todos solo para favorecer a unos pocos entre los que se encuentran; que los niños trabajen ya pasó en la época de la dictadura, de eso puedo dar fe, yo comencé a trabajar con 14 años.
La huelga general me parece un chiste de mal gusto, es como dejar que una persona se lastime para después curarle cuando ya se ha muerto, en definitiva es la" pescadilla que se muerde la cola",y no nos engañemos, son todos los mismos lobos con distintos collares que van en buscas de la misma presa, el pueblo bajo. un saludo
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