Como la intensa
niebla te acercas,
haces presencia y
sigues.
Perturbas mi
estancia, mi visión;
Pero ahí estás.
Pese ella, te dejas
sentir.
Te intuyo ante el suave
palpitar
de tus mensajeras
encubiertas,
con las que llano me revoloteas
durante mi andar.
De pronto,
me cantas, me silvas,
me llamas,
me dices…: presencia
soy en ti.
¡Llegué para quedarme!
Y como cada día a las
seis y cuarto,
mientras el sol
inicia su despertar
o, cuando decido
hacerme presencia
aún bajo la sombra de
la noche,
te sigo.
Te inundo de mi libre
pálpito,
y siento tu suspirar profundo
que con tu vivaz
lucero,
me buscas en lo
cotidiano,
entre palmos de
sudores de sal.
María Isabel Gómez
Castillo
Fotografía de María Isabel Gómez Castillo
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