Abrí las puertas a los Trinos Solos
de los Yaravíes
que sin Tonderos lloraron los Tristes
en las fugas
de un truncado encuentro.
Abrí las puertas, a besos no habidos
y a noches de insomnios cóncavos.
¡Abrí las puertas…!,
Abrí las puertas,
a las miradas anochecidas,
de úteros negros,
jubilados
rendidos en el tiempo
y fundidos en el fango.
Abrí las puertas,
a los
llantos de las guitarras,
a los tums tums del Cajón,
que acompañaron
a los amantes desvergonzados
de vagones con distinta ruta y destino.
.
Y…,
¡abrí las puertas!
al hilo de la vida
contenida en un estómago,
para abrir las puertas,
a la infancia
que aún en cofre conserva
la castidad
y Resiliencia.
María Puccio
Fotografía de María Puccio
No hay comentarios:
Publicar un comentario