Hace unos días, tuve el grato reencuentro vía correo electrónico, con un estimado y recordado amigo de mi adolescencia, de cuando participaba activamente en con un movimiento parroquial y con quienes tuve la suerte de tener experiencias inolvidables.
Jorge Cordero Valera, respondía a uno de los artículos publicados en este espacio realizando una reflexión sobre el dolor interesante y necesario de compartir con todos, gracias a la visión cristiana que en él aporta.
Jorge me respondía así:
“Recibí tu correo, vine a visitarte y te encuentro hablando de la fibromialgia, lo que me anima a poner un par de conceptos referentes al sufrimiento y al dolor.El sufrimiento y el dolor y el coexistir con ellos, son temas que siempre acompañan al ser humano. En tal sentido resulta “esencial” a la naturaleza humana.Sin embargo actualmente estamos tan acostumbrados a oír solo elogios por la vida placentera, que sin quererlo pensamos que el verdadero “bienestar” del ser humano está en el goce de lo temporal que ofrece la sociedad de consumo en la que estamos insertos. Sin embargo, nunca como en este tiempo el hombre ha estado tan solo, vacío de sí mismo, corriendo tras espejismos de felicidad ilusoria.Pero Juan Pablo II gira esa tendencia 180 grados y dice que “La Iglesia, que nace del misterio de la redención en la cruz de Cristo, está obligada a buscar el encuentro con el hombre, de modo particular en el camino de su sufrimiento. En tal encuentro el hombre se convierte en el camino de la Iglesia, y es este uno de los caminos más importantes. (Carta Apostólica Salvifici doloris, nª 3).Para el que carece de la fe cristiana, el dolor es la aniquilación del “bienestar” del hombre y la mutilación de todo futuro.Para el creyente, en cambio, el sufrimiento no sólo es creativo de lo bueno, por su asimilación al sacrificio de Cristo, sino porque lo saca del poder del mal que pretende incubar en su corazón la rebeldía ante Dios y la queja ante lo supuestamente absurdo del padecer.Para muchos, los momentos dolorosos y de mayor sufrimiento, han sido los más trascendentales de sus vidas.Te invito a buscar como enfrentó San Pablo su dolor de espalda, que se cree fue producido por un mal de Pott (enfermedad dolorosísima por la fusión de las vértebras), y como le acompañó este dolor en sus viajes apostólicos.Gracias y bendiciones.No olvides visitarnos en www.travesiaporlavida.podomatic.com!”
En un correo ya personal, él hacía el siguiente hincapié:
“San Pablo habla de la paciencia en el sufrimiento (2Cor 6,4; Rom 5,3), no como una resignación pasiva ante las circunstancias imponderables de la vida, sino a la ciencia de saber sufrir y encontrar a Cristo en el sufrimiento”.
27 de enero de 2009 17:49
Jorge A. Cordero V.
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