A las pocas semanas de mi llegada a Barcelona, tuve la suerte de conocer dos grandes personas que me transmitieron el profundo cariño y admiración hacia Cataluña y su historia, y sobre todo a la ciudad de Barcelona, gracias a ellos, aprendí a admirar no sólo su história, sino también su belleza arquitectónica. Ellos son: don Antonio Castells Duran y su madre, doña Montserrat Duran Font.
Doña Montserrat, entre una de las tantas historias que me contaba, me habló de la llamada “Manzana de discordia”, cuyo apelativo me llamó la atención.
Me explicó que la burguesía barcelonesa de mediados del siglo XIX y comienzos del XX, encontró como manera de ostentar su poderío económico, a través de la edificación de sus viviendas buscando que cada una de ellas fuese la más llamativa, original, sofisticada y hermosa, contratando para ello a los arquitectos más conocidos de la época.
Coincidentemente entre la calle Aragón y la Calle Consejo de Ciento en pleno Paseo de Gracia, se situaron tres potentadas familias de la época. Gracias a la competitividad de ese entonces han dejado para deleite de los barceloneses y turistas en un corto espacio de la ciudad la obra modernista de tres grandes arquitectos catalanes.
En ese corto espacio, se encuentra en plena esquina con la calle Consejo de Ciento con Paseo de Gracia, la casa “Lleó Morera, diseñada por el arquitecto Lluís Domènch i Montaner, construida entre los años 1849 y 1923. Esta casa no está abierta al público ya que su uso es únicamente privado.
La Casa Amatller, también de uso privado, pero por motivos de las obras de restauración que se realizan actualmente, se puede visitar la parte de la entrada que da paso en su interior a la tienda que lleva su nombre. Esta casa diseñada por el arquitecto Josep Puig i Calfalch y construida entre los años 1898 y 1900, retoma en su diseño el gótico catalán que se había dejado de lado por ese entonces, para dar paso a edificaciones más modernistas.
De este este bello edificio, se puede observar el por qué de bancos situados delante de los ascensores en edificios antiguos, ya que la historia recoge que los primeros ascensores en Barcelona aparecieron en 1853 y al ser tan lentos los vecinos tenían que esperarse sentados a que llegase su turno para subir.
También se puede observar los acabados de las esculturas, todas ellas figuras antropomórficas así como parte de los azulejos usados en la época y las elegantes claraboyas.
Poco antes de finalizar la calle, se encuentra la llamada casa Batlló, llamada por algunos la casa de los antifaces, gracias al sugerente diseño de los balcones externos. Diseñada por Antonio Gaudí, e inspirada (según cuenta la leyenda en las olas del mar, ya que su diseño fue concebido una noche de reflexión en una de las playas de Barcelona) de ahí a la forma ondeada de sus balcones, aunque muchos digan observar en ellos las figuras de antifaces. Ésta, como muchas otras obras de Gaudí, se encuentra expuesta al público para ser visitada y admirada por su original e innovador diseño.
Ya para concluir esta peculiar anécdota de la ciudad, recuerdo que doña Montserrat me comentaba también, que el paseo de Gracia era una de las vías que unía la Barcelona amurallada con las villas que se construyeron fuera de ella como eran las del Barrio de Gracia. Posteriormente tras el derribo de las murallas romanas, se procedió a realizar un trazado cuadricular para ensanchar la ciudad mientras que por el año 1872 comenzó a pasar el primer tranvía por la calle Aragón.
Isabel Gómez
Autora de todas las fotos: Isabel Gómez Castillo