Existen mucha variedad de animalitos exóticos, con los que muchos comercian con ellos.
Algunos, en el proceso de la transacción comercial (la que ni tan solo debería existir, pero existe), reciben un trato digno, mientras que otros los reciben sólo como animales, sin que hayan leyes que regulen las condiciones de comercialización y más aún, autoridades que deseen intervenir en el incumplimiento de normativas ya existentes.
Conocí en una tienda de animales exóticos ubicada en L’Hospitalet de Llobregat, Barcelona, a una aparente ratita, que llamó mi atención por su docilidad y soledad en la cual se encontraba. Sus hermanos, ya habían sido vendido, y con el paso del tiempo sólo quedó él.
Tras 4 meses de pensar si me lo quedaba o no, finalmente, él pudo conmigo.
En la tienda, ya nos habíamos hecho amigos y cada vez que yo llegaba, al sentir mi voz, pese a estar durmiendo, se despertaba para jugar conmigo y recibir la comida que una comida que le invitaba diferente a la que él ya tenía.
Una vez en casa, él estaba semi libre. Inicialmente, tuvo su jaula en una mesa, que daba a unas bolsas de plástico, en las que él descubrió un juego placentero de zambullirse en ellas, cual piscina de bolsas, royéndolas a su gusto, hasta que descubrió que a más hondo, llegaba con el tope de la bolsa cayendo al suelo, para después perderse en el piso, y jugando al escondite, mientras, yo intentaba atraparlo. Al principio, se desorientaba, a la vez que resbalaba en el parquet, pero luego, aprendió a escabullirse rápidamente, siendo todo un reto cogerlo.
Luego, pasó a otro espacio, también en la cocina y en todo momento con la jaula abierta, tanto de día como de noche.
Isabel Gómez
Foto: El Jerbo, Amado
Autora: Isabel Gómez Castillo
Foto: El Jerbo, Amado
Autora: Isabel Gómez Castillo
1 comentario:
yo he tenido mascotas, me encariñe con ellas pero ahora ya no tengo...
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