En
mis 45 años de trayectoria que llevo por la vida, desde que tengo uso de razón,
han pasado infinidad de personas que han dejado huella en mi ser (unas más que
otras), no obstante, de una u otra manera me han enriquecido con su presencia
así como con su esencia o yo me he quedado sigilosamente con lo mejor había en
ellas para continuar con mi desarrollo y crecimiento personal y también
espiritual.
Entre
una de las personas que marcó mi vida radicalmente a mis casi 15 o 16 años, fue
mi profesora de psicología en la Gran Unidad Escolar Miguel Grau del turno
tarde a quién todas le llamábamos Filiph (y cuyo nombre no recuerdo ahora),
pero lo que sí recuerdo, es que ambas
nos ganamos mutuamente el respeto, al
punto que pude compartir en su casa so pretexto de un loche temas vinculados a
su vida más personal y profesional en ámbitos que eran fueran del centro
escolar además de que me permitió conocer a su pequeño único hijo, a quién
además de cariño también le imprimía en su ser carácter, responsabilidad y lo
mejor que como madre y maestra podía otorgarle.
Esta
tan añorada profesora, estaba impregnada de carácter, de abundante
conocimiento, prudencia, capacidad de observación así como de energía suficiente
como para manejar a alumnos de diversas materias en la Universidad Mayor de San
Marcos y en el digno colegio de donde fue mi maestra.
Su
amor por las asignaturas de Lógica, Filosofía y Psicología, me hicieron decirme
por la carrera en la que a día de hoy me desempeño: Psicología.
En
cada expresión, concepto, definición y en general, explicación que realizaba de
las asignaturas que desarrollaba, me dejaban la necesidad de saber más sobre
ellas, al punto de querer ser como ella, a nivel de maestra, de capacidad de
conocimiento y de desarrollarme en su carrera.
Y así lo hice. Con mi tan recordada profesora de Psicología del Colegio
de Secundaria, descaré mis otras dos opciones profesionales para decantarme con
todas mis facultades por mi tan amada y preciada carrera que a día de hoy puede
ejercer.
A
mi recordada maestra, gracias. Gracias por su silenciosa capacidad de despertar
y ayudar a definirme en lo que sería una de mis decisiones más acertadas de mi
vida.
María
Isabel Gómez Castillo.
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