Tras
una gestación de alto riesgo tanto para la vida de mi madre como para la mía,
la que no era segura en ningún momento que fuese viable por todos los intentos
que el organismo de mi madre tuvo para abortarme y tras el exhaustivo cuidado
que, con sacrificios dedicó para que llegase a tener vida, la tuve más que de
manera prematura.
Apenas
seismesina ningún médico apostaba por mi vida, sólo mi madre.
Con
órganos sin desarrollarse hasta los tres años, era el suplicio más amado y de
emociones encontradas para ella.
Con
todas las dificultades previas a mi nacimiento, con las complicaciones
posteriores y, con la seguridad que le daban de que no viviría, mi madre, doña
Julia Isabel Castillo Puccio, me encomendó al Señor de los Milagros, ante el
cual todos los años como acción de gracias, visitábamos por cada año de vida
que iba haciendo hasta que fui bautizada. Mientras, el llevar el hábito morado todo
el mes de Octubre, se hizo parte de mi atuendo hasta pasados los tres años
aproximadamente para posteriormente llevar sólo el cordón blanco que es signo
de yugo y abstinencia para quienes no sólo creemos en el conocido también como
el Cristo Morado, sino que, además, hemos sido bendecidos con un milagro, en mi
caso: La Vida.
Gracias
a la fe de mi madre y a la voluntad de Dios Padre, sigo aquí, viva, cuando
nadie daba ni un centavo por mi sobrevivencia y pienso que para lección de
muchos, y muy a pesar de muchísimos, una vida que la vivo con la pasión propia
que se me ha regalado como genéticamente y espiritualmente para hacer frente a
las tempestades en el mundo y a las alegrías plenas que en éste podemos
encontrar.
Por
ello, estas líneas, se las dedico a mi madre, Julia Isabel Castillo Puccio, por
haber tenido el valor de arriesgarlo todo por mí, por mi vida, por su fe
constante y amplísima, por su amor al Señor de los Milagros.
También,
son unas líneas de gratitud para con Cristo, quién, con su infinita
misericordia infunde con su Santo Espíritu el sentido de gratitud a la vida
para darle el valor que en ella en mí tiene y así jamás olvide, por qué he de
luchar por ella en general y por la mía en particular.
Gracias
amado Padre Celestial por permitirme hoy, dedicarte este testimonio de gratitud
teniendo como inspiración al Señor de los Milagros y la memoria de mi amada
madre.
María
Isabel Gómez Castillo.
Fotografías realizadas por María Isabel Gómez Castillo
Para más información acerca de la devoción pueden consultar:
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