Los
recuerdos del pasado son bonitos si en ellos se conservan la esencia de las
experiencias, sensaciones positivas que aún laten en las emociones presentes y que
hacen posible que los mismos se sostengan.
Un
recuerdo positivo, grato, contribuyen a
que el día a día de la persona sea más gestionable o sostenible pese a las realidades
que atraviese.
Vivir
anclado en el pasado está lejos de ser saludable para la salud integral de la persona
y en especial para la emocional. No obstante, el reconocer en espacios,
circunstancias y personas que, han pasado por la vida del ser humano dejando huella, es
siempre grato. Si el recuerdo del pasado, está abocado a esta experiencia,
entonces, que sea bienvenida y con él, todo lo que se pueda rescatar desde el
presente.
María
Isabel Gómez Castillo
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