Si el insulto es penoso como expresión a la que el ser humano recurre
para manifestar su disconformidad o diferencias con respecto a otra persona o grupo de
personas, más penoso es saber que expresiones
soeces, denigrantes a la dignidad de la persona, surgen de boca de un sujeto elegido como
presidente de una nación.
A día de hoy, la sociedad peruana
en general, atraviesa por una fuerte crisis
de valores como parte de una carencia de referentes de
autoridad que norme modelos óptimos de comportamiento que inviten a experimentar el respeto a la persona (independientemente del vínculo que les
una), así como de gratitud a la vida como una experiencia añadida que enaltece la calidad humana.
Lamentablemente, quienes han sido
constituidos como referentes de autoridad y
por ende de modelo de virtudes y
valores a seguir, dejan mucho que desear con el
uso de expresiones vulgares,
vejatorias y comportamientos inapropiados que lindan acciones
delincuenciales que se van instaurado como modelos de vida inconscientemente a
través de altos refuerzos intermitentes
negativos de conductas que llevan a quienes lo
practican a ser sujetos de riesgo de exclusión social.
Esta realidad, a día de hoy, se está
postergando medidas correctivas que urge instaurar para corregir con tacto
y tino nuevos modelos sociales de comportamiento.
Urge presentar o rescatar modelos alternativos, claros, con
conductas y actitudes evidentes de que
la vida se puede experimentar con respeto, lealtad, paciencia, confianza,
esperanza, honestidad, trabajo y constancia, gratitud, para contrarrestar los
efectos negativos que hasta ahora se vienen
exponiendo.
Lo positivo, es que a día de hoy
en Perú, sí existen modelos alternativos
de respeto a la vida, de experimentar
con dignidad etapas diversas aunque éstas sean adversas y sobreponerse a ellas
con entereza y superarlas con honor y valentía, de salir adelante desde abajo
respetando los derechos de los demás y ser generosos como acción de gracias por
las bendiciones concedidas que permiten marcar en la vida de una persona un antes y un después.
El reto que tenemos los peruanos, es reaprender
a ver, a observar, a vivir con gratitud, con respeto y lealtad, porque con
constancia, empeño, trabajo, esfuerzo, ya son gran mayoría de
los que viven.
Lo queda es promover los nuevos modelos sociales
que puedan ser personajes cercanos, de a pie, referentes populares que hayan
demostrado que el ser y hacer responde a
un reto y propósito personal de
compromiso, entrega y misión.
Que existen otras formas de ser, de vivir, es
posible, sólo es cuestión de
proponérselo y reaprender a ver, a seleccionar, modelos óptimos que permitan el crecimiento y desarrollo de la persona y
todo su ser.
Recuperar la autoridad moral, es
un reto de todos.
María Isabel Gómez Castillo