Me gustaría decir que, el jardín de mi casa es particular, pero ni es mi jardín y no tengo casa.
Lo que sí puedo es tener un sueño cumplido como es el tener unas cuántas plantas autóctonas que son de las pocas cosas que me recuerdan que estoy en Perú.
Me regalaron estas sábilas o alóes vera, y desde entonces, observo con su desarrollo con mimos los que me son retribuidos con imágenes preciosas, plenas de vida que me alegran el día, que abren la puerta a la esperanza de un cotidiano día a la espera de que, flores de especies preciadas, vuelva a alegra un rincón de un jardín.
María Isabel Gómez Castillo
Han sido muchos años de espera
para ver crecer una de las tantas
plantas peruanas que la generosa tierra
de mi jardín, ahora acoge.
Me la regalaron desde pequeña,
casi bebé.
Conocida como Sábila o Aloe Vera,
me ha brindado la oportunidad de tener nuevas experiencias y sensaciones que me
han llevado una vez a ejercitarme en la
paciencia, en la gratitud, así como en
el valor de la vida.
La belleza de generosa especie, se aprecia mejor
cuando su hermosa flor muestra la plenitud de su desarrollo, tras el inicio del
crecimiento de un capullito verde que se abre
a la luz con alegría a lo largo de varios meses para dar
paso a una flor de peculiares
pétalos de color amarillo que luego tardará otros tantos meses en volver
a florecer para volver a dar la alegría a un humilde jardín.
Deseaba tenerla en mi mano, despertar a través del
tacto complementando el de la vista una
nueva acción de gracias, y mi amado
Padre Celestial, me ha complacido. Es
esta experiencia de complacencia la que, a través del siguiente reportaje fotográfico, comparto mi
gratitud a los seguidores de este espacio y entrañables amistades.
María Isabel Gómez Castillo
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