domingo, 16 de noviembre de 2014

PERÚ, ¿QUÉ TE EMBARGA HOY?


En Perú, los niveles de sicariato son tan elevados que ya la gente mata por el placer de matar. Esto sí que me es novedoso, tras más de trece años de ausencia en mi amada patria.

Pocos lo quieren asumir, no obstante los índices de inseguridad ciudadana se han incrementado lo que se puede contrastar con los refuerzos de las autoridades policiales que han incrementado la vigilancia por la ciudad, además del cómo a día de hoy se encuentran organizadas las urbanizaciones, la que, más que casas que conforman un cuidad, parecen mini cuarteles, sumidos bajo reja y en los casos en donde se los pueden permitir, con vigilancia nocturna y en otros, hasta diurnas, tal y como se daba en las urbanizaciones de alto nivel económico hace más de dos décadas.

Los robos, han aumentado, la prostitución, la mafia vinculada a la trata de mujeres menores de edad, el índice de consumo de drogas sumado a adicciones socialmente consentidas que son patológicas, sumergiendo a una parte de la sociedad en una sociedad sociopática sin que éste aún se haya dado cuenta de su realidad actual.

Están surgiendo nuevos movimientos terroristas, subversivos.

La carencia de trabajo se suple con el carácter emprendedor de muchos peruanos autónomos que son los que sostienen la economía del país y es lo que aún no se termina de reconocer y lo que se intenta aún tapar.

El poco trabajo que generan la empresas multinacionales, infringen normas laborales en un país, que en estos momentos, parece un país de tierra de nadie, en donde la visión utópica de unos pocos busca tapar con un dedo la realidad que se muestra a primera vista en la pobreza real en la que ha caído si prestamos atención a los medios de comunicación, a su programación así como tipo de información que difunden.

El campo como tal, se sigue abandonando para acercarse a la ciudad, la que se sigue vendiendo con la imagen de ser próspera sólo porque han desaparecido sus tradicionales rincones de comercio, tipos de comercio así como tradicionales rincones gastronómicos de comida típica peruana con los servicios y riqueza gastronómica que se daba a la antigua usanza para ser reemplazados por puestos de negocios gastronómicos internacionales que imponen una dieta totalmente diferente a las costumbres y costumbrismo peruano.

Si las personas siguen sumergiéndose hacia la ciudad, abandonado, vendiendo sus tierras por unos míseros dólares o euros que de aquí a mañana serán ínfimos al verdadero valor que una tierra tiene, he de señalar que, a estas alturas de la historia de la humanidad, poco se ha aprendido.

Lo os describo, sólo es una ínfima oportunidad que tengo de señalar del 100% por 100% de lo que consigo observar conforme me voy moviendo por diversas ciudades y sociedades por motivos laborales. Esta realidad, es tristísima, decepcionante.

El boom de la edificación y del supuesto poder crediticio que otorgan el dinero plástico, son la utopía actual del pueblo peruano.

Quienes sí están haciendo su Agosto y sacando buenas ganancias, son los de siempre: banqueros y multinacionales extranjeras, que les falta manos y proyectos para exterminar los recursos naturales con los que cuenta Perú, a costa de sacrificar sus pocas zonas de reserva natural en donde lotizadores y constructoras, conjuntamente con los amares político y delincuencia consentida en los que se supone han de defender y velar por los intereses patrios, se hacen de la vista gorda o miran hacia otro lado para conseguir sólo sus beneficios personales, más que los interés sociales para los que fueron elegidos.

En conclusión, la realidad de corrupción político-social y pobreza real con ausencia de trabajo y explotación laboral, siguen siendo la realidad que mantiene a un país sumergido en su dulce sueño de un posible futuro mejor. Por lo menos, es así como se venden los actuales departamentos en edificaciones febles. Mi pregunta, ¿Es así como se vende al peruano honesto, trabajador, comprometido con su patria, traicionándolo a su abandono total de cara a un futuro?

Entonces cuando llegue aquel momento, ¿A dónde iremos?



María Isabel Gómez Castillo 

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