En Perú, los niveles de sicariato son tan elevados que
ya la gente mata por el placer de matar. Esto sí que me es novedoso, tras más
de trece años de ausencia en mi amada patria.
Pocos lo quieren asumir, no obstante los índices de
inseguridad ciudadana se han incrementado lo que se puede contrastar con los
refuerzos de las autoridades policiales que han incrementado la vigilancia por
la ciudad, además del cómo a día de hoy se encuentran organizadas las
urbanizaciones, la que, más que casas que conforman un cuidad, parecen mini
cuarteles, sumidos bajo reja y en los casos en donde se los pueden permitir,
con vigilancia nocturna y en otros, hasta diurnas, tal y como se daba en las urbanizaciones
de alto nivel económico hace más de dos décadas.
Los robos, han aumentado, la prostitución, la mafia
vinculada a la trata de mujeres menores de edad, el índice de consumo de drogas
sumado a adicciones socialmente consentidas que son patológicas, sumergiendo a
una parte de la sociedad en una sociedad sociopática sin que éste aún se haya
dado cuenta de su realidad actual.
Están surgiendo nuevos movimientos terroristas,
subversivos.
La carencia de trabajo se suple con el carácter
emprendedor de muchos peruanos autónomos que son los que sostienen la economía
del país y es lo que aún no se termina de reconocer y lo que se intenta aún
tapar.
El poco trabajo que generan la empresas
multinacionales, infringen normas laborales en un país, que en estos momentos,
parece un país de tierra de nadie, en donde la visión utópica de unos pocos
busca tapar con un dedo la realidad que se muestra a primera vista en la
pobreza real en la que ha caído si prestamos atención a los medios de
comunicación, a su programación así como tipo de información que difunden.
El campo como tal, se sigue abandonando para acercarse
a la ciudad, la que se sigue vendiendo con la imagen de ser próspera sólo
porque han desaparecido sus tradicionales rincones de comercio, tipos de
comercio así como tradicionales rincones gastronómicos de comida típica peruana
con los servicios y riqueza gastronómica que se daba a la antigua usanza para
ser reemplazados por puestos de negocios gastronómicos internacionales que
imponen una dieta totalmente diferente a las costumbres y costumbrismo peruano.
Si las personas siguen sumergiéndose hacia la ciudad,
abandonado, vendiendo sus tierras por unos míseros dólares o euros que de aquí
a mañana serán ínfimos al verdadero valor que una tierra tiene, he de señalar
que, a estas alturas de la historia de la humanidad, poco se ha aprendido.
Lo os describo, sólo es una ínfima oportunidad que
tengo de señalar del 100% por 100% de lo que consigo observar conforme me voy
moviendo por diversas ciudades y sociedades por motivos laborales. Esta
realidad, es tristísima, decepcionante.
El boom de la edificación y del supuesto poder
crediticio que otorgan el dinero plástico, son la utopía actual del pueblo
peruano.
Quienes sí están haciendo su Agosto y sacando buenas
ganancias, son los de siempre: banqueros y multinacionales extranjeras, que les
falta manos y proyectos para exterminar los recursos naturales con los que
cuenta Perú, a costa de sacrificar sus pocas zonas de reserva natural en donde
lotizadores y constructoras, conjuntamente con los amares político y
delincuencia consentida en los que se supone han de defender y velar por los
intereses patrios, se hacen de la vista gorda o miran hacia otro lado para
conseguir sólo sus beneficios personales, más que los interés sociales para los
que fueron elegidos.
En conclusión, la realidad de corrupción
político-social y pobreza real con ausencia de trabajo y explotación laboral,
siguen siendo la realidad que mantiene a un país sumergido en su dulce sueño de
un posible futuro mejor. Por lo menos, es así como se venden los actuales
departamentos en edificaciones febles. Mi pregunta, ¿Es así como se vende al
peruano honesto, trabajador, comprometido con su patria, traicionándolo a su
abandono total de cara a un futuro?
Entonces cuando llegue aquel momento, ¿A dónde iremos?
María Isabel Gómez Castillo
No hay comentarios:
Publicar un comentario