martes, 4 de noviembre de 2014

SU PARTIDA, ERA NECESARIA. A WILMER


Hace un tiempo, redacté  brevemente la historia de Wilmer, a quién el Mar (abierto  y  bravo)  de Costanera de San Miguel, en Lima, se llevó.

Pasado ya unas cuantas décadas de aquel hecho, e intentando reconocer el lugar que lo  vio nacer y  crecer, doy gracias a Dios Padre por haber salvado con la  muerte repentina ante un trágico e  inevitable accidente a éste, entonces menor.

A Wilmer se lo llevaron las peligrosas mareas imprevistas propias del Océano  Pacífico que bordean las costas de Perú y en especial del mencionado distrito limeño, a  sus contemporáneos, se los  lleva la droga, bajo agónica muerte auto infligida  que lastima la sensibilidad de cualquier ser humano consciente del valor  de la Vida.

Ahora, comprendo que Wilmer, fue un niño santo (alma pura y sufrida), elegida por  nuestro amado Padre Celestial, para salvar del infortunio  que a sus amigos y vecinos les esperaba.
Todos los del barrio tuvieron las mismas oportunidades de elegir para  sus  vidas algo  mejor, sin embargo, primero la soledad, seguida de la confusión, para pasar después a la soberbia, han llevado a que muchos de  sus contemporáneos hayan decido matarse lentamente y con ellos otros seres indefensos y confusos, violando así, toda regla de la VIDA.

Para ti, quién siempre serás mi pequeño Wilmer entrego mis gracias al Padre por permitirte que descanses en paz, como gracias doy, por aquellos que, pese a toda la  realidad que les ha acechado y acecha, han optado por llevar a  su manera, un estilo de vida digna siendo ejemplo constructivo para nuevas  generaciones de un barrio o urbanización. Por ellos, en este día también doy gracias.

En este día de todos los difuntos, elevo mis  plegarias por mis seres queridos (familiares, amigos y conocidos), que han partido, para que en su estado de trance nos sean intercesores ante los  ojos de Dios Padre no sólo de mis necesidades sino también de aquellos que de una u otra manera me permites que tengamos un vínculo en común sea de manera puntual o continuo por la amistad y cariño que nos une.   

También Padre amado, te  pido ilumines a aquellos que, deciden culminar con su vida  conscientemente de sus hechos y más aún,  por aquellos   inconscientes que deciden aprovecharse de seres confusos y solitarios para llevarlos a una agónica muerte  orgánica, psíquica y espiritual, tocando sus mentes con tu Santo Espíritu, con la confianza de que serás Tú, quién  haga justicia, tal y como lo señala  el Salmo 139.


María Isabel  Gómez Castillo

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