martes, 4 de noviembre de 2014

ENTRE CAMINOS

Así, en medio y caminos  que  van de entre estos parajes, es en donde he decidido  vivir.

Entre la sencillez y la calma. La pobreza  y la miseria humana de lugares que parecen decentes, pero  que son focos de perdición de vidas por drogas, extorsión, centros de todo tipo de mafias, hogares con menores en riesgo de exclusión social por las prioridades en las que sus padres  (si los tienen), se encuentran  absortos.  Entre la aparente  seguridad, pero con  la alegría de saberme útil a través  de mi profesión y la  madurez en esta etapa de mi vida alcanzada.

He de decir que, pese a circunstancias adversas, soy privilegiada porque trabajo en mi carrera y doy desde ella, el servicio para quienes considero más lo necesita, lo valoran y quedan  satisfechos  de un servicio integral.

Sigo buscándome  espacios  laborales más estables con gente responsable en  medio de una sociedad  carente de ética  y en general, cada vez más falta de valores dispuesta a cualquier precio abrirse camino  para llegar a lo que se supone son sus aspiraciones.

Ahora,  Perú, es una sociedad fría entre los suyos. Más arribista que nunca, así como clasista y racista,  dando cabida a cualquier tipo de extranjero que, aunque éste venga a pervertirla, corromperla aún más y devaluarla en modelos o iconos a seguir, siguen teniendo prioridad  sobre la gente autóctona, trabajadora y  honesta. Desde mi punto de  vista, esta realidad la empobrece y la convierte en una sociedad triste, con  poca calidad de vida para de aquí a unos pocos años.

Mis recorridos en carretera son duros y largos. Plenos de baches,  entre  mucha gente de provincia, con diversos acentos pese a que todos, aparentemente hablen una misma lengua.  Puedo ver en  rostros su  cansancio, sus necesidades, preocupaciones, sus realidades que para muchas  otras miradas pasan desapercibidas. Pese a todo, son personas pujantes, emprendedoras, creativas, emocional y psicológicamente fuertes (aunque  contengan el llanto de la amargura, frustración o cualquier otro tipo de dolor físico o emocional que no  puedan o  sepan expresar)
En medio de todo, también hay voces cálidas, gente  generosa, educada, respetuosa, solidaria;  aunque, a ser verdad, en poblaciones que eran  consideradas como conos (por estar alzadas lejos de los  distritos de mayor antigüedad), en  menor  proporción, no obstante, sí se observan  otros rasgos de gran valor: gente trabajadora, decidida, madura (puede que con su infancia perdida), con experiencias de vida que los hacen de mirada dura, pícara, pero  honesta.

Pese a todo,  aún es posible encontrar miradas inocentes en personas adultas que  son un signo  de esperanza en una extensa urbe versátil y dispersa.


María Isabel Gómez Castillo




































































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