sábado, 8 de noviembre de 2014

NI MI CONSCIENCIA VENDIDA NI LA VIDA COMPRADA

El título del presente escrito, prácticamente responde a las  realidades que me abordan que he venido observando y experimentando desde el año y medio de estancia en Perú, tras una larga ausencia de mi Patria.

Encuentro que mi bello Perú,  a día de hoy,  acoge en general una sociedad inescrupulosa, egoísta, entregada a la difamación de la integridad moral de personas que son incómodas por su íntegra conducta, profesionalismo o calidad humana que tienen un serio compromiso ético social y profesional. Esta práctica se da en diversos ámbitos y estatus sociales, siendo lo más triste que en diversos casos afecta a la integridad moral y emocional de menores por causa de abuso de autoridad o como mala praxis de conductas socialmente aceptadas como es el chisme y cuyos daños,  sobre en  todo en menores (quienes son frágiles y vulnerables),  por las diversas realidades en las que se desarrollan desde sus hogares, los exponen a riesgos de caer en conductas de exclusión social.

El chisme  y lo que considero ya una adicción al mismo, es una de las conductas sociales que abanderan a muchos ciudadanos que gozan de ser objeto o sujetos de diversos escándalos públicos que son en algunos casos lucrativos (si son públicos y difundidos por medios de comunicación), para  diversos individuos que, pretendiendo pasar como señores  o señoras, su cinismo social (así consentido por toda una  comunidad), no les exime de seres mezquinos que se lucran  con bajezas o fragilidades de algunos seres humanos. Si, esto se da a nivel macro social, lo que más  lamento es que, menores sean  víctimas  de ya  no sólo de sus pares sino de adultos que inescrupulosos que presentan desequilibrio emocional, descarguen sus frustraciones en menores afectando su desarrollo emocional  y  mermando su autoestima.

Conocidos y amigos me dicen ¡calla!. ¿Qué no sabes que este el país del silencio?, ¿Qué no sabes que por mirar, opinar o “meterte”, comentar, al querer buscar  justicia, te pueden matar?, ¡con lo barato que cobran  los sicarios por matar tras encargos de las mafias, extorsionadores o cualquiera a quienes les resultes molesta.! ¿No te das cuenta que no merece la pena decir nada? ¡Que Perú alberga una sociedad corrupta, en donde se aplica el dicho: “callada estás más guapa” y que para poder vivir haz de hacerte la sorda, la ciega y la muda?

Me cruzo día a día a día con escenas de riesgo. 

Trabajo, vivo  y me muevo en  zona de riesgo, en donde diversos tipos de mafias me rodean, me observan, a quienes ya les soy incómoda y porque he potado sólo por vivir desde lo que mis dos vocaciones como son mi amor a la vida misionera con el compromiso que el Evangelio me invita a vivir  y ejerciendo mi amada profesión como es la psicología, ya les  asusta, les pone a la defensiva que los hacen perder los papeles con trampas psicológicas que piensan puedo  picar ya que, otra característica de mis  compatriotas es subestimar y mirar de tener limitado a verdaderos seres humanos autóctonos que carecen de apellido, nacionalidad, rostro o físico que les avale para evitar ser víctima de la discriminación social, laboral, económica y más.

La sociedad peruana,  sigue siendo una sociedad machista, clasista, racista, muy a pesar de mis observaciones tal y  como se puede apreciar en  los diversos medios de comunicación en donde los apellidos compuestos, importados, rostros retocados, son los que siguen teniendo acceso a determinados niveles  sociales, mientras que los autóctonos, han de quedar en un  segundo lugar sometidos a los caprichos de sus “amos”.

Los pocos que sobre salen socialmente con algún rasgo o nombre autóctono, demuestran que el poder y el dinero ajeno (no declarado y desviado de fondos públicos), les permite vivir con descaro otorgándose lujos superfluos de tipo estético, turísticos…, utilizando diversas  estrategias en pos de garantizarse a través de su nivel delincuencial encubierto y socialmente consentido, ingresos económicos perpetuos tal y como otros con características similares así lo demuestran, tal como ya es conocido con ex presidentes de la República del Perú.

Si he de hacer una conclusión, he  de decir que, estamos  en crisis moral, con riesgo social económico elevado de catástrofe económica, de mayor población empobrecida que lleva a que  sigan inmigrando  a la ya asfixiada y  superpoblada ciudad de Lima en donde se  esconde realidades de pobreza  extrema,  silenciada por la propia  sociedad que se avergüenza de su  esfuerzo y necesidades de surgir como personas que tienen derecho a un trato digno con calidad humana.

Mientras continúen  actitudes egoístas que saltan a la vista ante la necesidad  de repartir los canones que generan las regiones  que actualmente dividen Perú, hacia poblaciones más necesitadas  y  de pocos o carentes recursos naturales para conseguir ingresos económicos que hagan viable su autogestión económica y social y  su debido  desarrollo, me parece que como sociedad en general, estamos en un grave riesgo que  nos expone a auto enfrentamientos.

Concluyo señalando que callar es de cobardes y  que el sol no se puede  tapar con un dedo.

Que, si bien es cierto, mi vida no la  tengo comprada, mi consciencia, no la tengo vendida, por lo que no callaré. Lo que por ahora impide  que alce mi voz son motivos  de salud y de readaptación a esta nueva sociedad que cada día me sorprende más.

Tener experiencias como las que me abordan en solitario, es agotador y de riesgo. Desde mi oración, guiada por  el  Evangelio, también se me invita a la prudencia,  a  saber ponerme con fe en que la justicia  verdadera, vendrá del Padre Celestial y que, antes que yo, me he de dejar guiar por su Santo Espíritu.


María Isabel Gómez Castillo

No hay comentarios: