El pasado 08 de Noviembre, se
celebró la fiesta de Jesús, bajo la
advocación del Divino Niño Jesús.
Señalo, que, mi veneración
se afianza ante experiencias personales,
humanas, profesionales, que me invitan a reflexionar así como a implorar la
necesidad de retomar la inocencia en las relaciones que hemos de tranzar
constantemente con nuestros semejantes, procurando que éstas, sean precedidas
por la visión inocente que las personas podemos y debemos realizar, ya que a ello también
estamos invitados así como a vivir bajo el amor misericordioso de nuestro amado
Padre Celestial, que nos ha de llevar en
primer lugar a dar un voto de
confianza a nuestros hermanos o prójimo y, si la o las personas en su
respuesta, se alejasen de lo que es amar la vida en pos de la paz y reaprender
a vivir la auténtica felicidad que viene dada del ejercicio del verdadero
amor en cada acción realizada, entonces,
recién poder tomar decisiones acorde a la ética, moral que rige a el Ser de la
persona.
También me quedo con la agilidad
mental que el Evangelio presenta de Jesús Niño, para resolver con autoridad
situaciones diversas tal y como se aprecia en Lucas 2, 41 – 52.
Me quedo con la sencillez de su
lenguaje corporal, verbal, integral para saber llegar a las mentes de sus
semejantes en su aspecto humano, siempre expresándose bajo el soplo de la Voz y
la Autoridad sutil del Padre.
Si las persona nos rindiésemos a
vivir con sencillez de corazón y serenidad situaciones para las que hemos sido creadas, alejando
todo aquello que nos deja en estados espesos, oscuros en nuestro ser, a mercedes de
pensamientos y emociones negativas que trastocan percepciones, sensaciones y
situaciones diversas, que restan paz interior y posibilidad de vivir un auténtico
estado de felicidad (propia de los santos que viven amando), es decir amar la
vida y vivir para amar, y así optar por
realizarnos de manera constructiva, positiva, optimista, para que ser capaces
de convertir fases complejas e inesperadas de la vida, necesarias para aprender, crecer, desarrollarnos, así como
vivir en el silencio de la mente, que
permita un convivir con un alma sosegada que permite tener visión para accionar
bajo la inspiración del Santo Espíritu del Padre.
Agradezco al pueblecito
colombiano denominado Niño Jesús, de
donde se origina la advocación a Cristo Jesús, en su estado de Divino Niño, tras haber sido bendecido por Dios Padre con los
milagros otorgados ante las imploraciones que con fe y devoción le dirigieron
con esta imagen en andas. Ellos, con su
fe, abrieron una puerta más para poder venerar y adorar a nuestro Dios vivo a quién estamos a llamados e invitados a mantener así en
nuestro corazón, el que se ha de mantener cual templo, siempre listo, limpio y
presto, para vivir con fe, la esperanza y la caridad.
Gracias mi Divino Niño Jesús,
por recordarme que de cada acción busque arrancarte sonrisa con la
esperanza y certeza de que si
caigo, estarás ahí para sostenerme.
Bendito y alabado sean, Divino Niño Jesús.
María Isabel Gómez Castillos.
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