lunes, 24 de noviembre de 2014

EJEMPLOS A CORREGIR Y MODELOS A MANTENER ALEJADOS

Si el insulto es penoso  como expresión a la que el ser humano recurre para manifestar  su disconformidad o  diferencias con  respecto a otra persona o grupo de personas,  más penoso es saber que expresiones soeces, denigrantes a la dignidad de la persona,  surgen de boca de un sujeto elegido como presidente de una nación.

A día de hoy, la sociedad peruana en general,  atraviesa por una fuerte crisis  de valores  como parte de una carencia de referentes de autoridad que norme modelos óptimos de comportamiento que inviten  a experimentar el  respeto a la persona  (independientemente del vínculo que les una),  así como de gratitud   a la vida como  una experiencia añadida  que enaltece la calidad  humana. 

Lamentablemente, quienes han sido constituidos como referentes de autoridad y  por  ende de modelo de virtudes y valores a seguir, dejan mucho que desear con el  uso de expresiones vulgares,  vejatorias y comportamientos inapropiados que lindan acciones delincuenciales que se van instaurado como modelos de vida inconscientemente a través de altos refuerzos  intermitentes negativos de conductas que llevan a quienes lo  practican a ser sujetos de riesgo de exclusión social.

 Esta realidad, a día de hoy, se está postergando medidas correctivas que urge instaurar para corregir con tacto y  tino nuevos modelos sociales de  comportamiento.

Urge presentar o  rescatar modelos alternativos, claros, con conductas y actitudes evidentes  de que la vida se puede experimentar con respeto, lealtad, paciencia, confianza, esperanza, honestidad, trabajo y constancia, gratitud, para contrarrestar los efectos negativos que hasta ahora se vienen  exponiendo.
Lo positivo, es que a día de hoy en  Perú, sí existen modelos alternativos de respeto a la vida,  de experimentar con dignidad etapas diversas aunque éstas sean adversas y sobreponerse a ellas con entereza y superarlas con honor y valentía, de salir adelante desde abajo respetando los derechos de los demás y ser generosos como acción de gracias por las bendiciones concedidas que permiten marcar en la vida de una persona  un antes y un después.

El  reto que tenemos los peruanos, es reaprender a ver, a observar, a vivir con gratitud, con respeto y lealtad, porque con constancia, empeño, trabajo, esfuerzo, ya son gran  mayoría de  los que viven.
Lo  queda es promover los nuevos modelos sociales que puedan ser personajes cercanos, de a pie, referentes populares que hayan demostrado  que el ser y hacer responde a un reto y  propósito personal de compromiso, entrega y misión.

Que  existen otras formas de ser, de vivir, es posible, sólo es  cuestión de proponérselo y reaprender a ver, a seleccionar, modelos óptimos que permitan  el crecimiento y desarrollo de la persona y todo su ser.

Recuperar la autoridad moral, es un reto de todos.


María Isabel  Gómez Castillo

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