Como
psicóloga, me corresponde acompañar a la persona en los estados emocionales en el que encuentre durante la
solicitud del servicio.
Escuchar,
prestar atención a sus necesidades,
permitirle que aprenda a tomarse su tiempo para gestionar situaciones nuevas y
detectar sus emociones, constituye el primer paso para que la
persona se dé la oportunidad de
conocerse para desarrollarse e iniciar un proceso de crecimiento personal.
Si
bien es cierto que, parte de mi trabajo consiste en detectar las fortalezas de
quienes solicitan mis servicios, la otra parte de mi función, es ayudar a la persona a que aprenda a valorar y
aceptar sus debilidades.
Según
cómo se den los acontecimientos, entrenar a las personas a manejar eventos conflictivos o frustrantes,
se constituye en un reto.
En
diversas ocasiones, en las supuestas fragilidades de las persona, se encuentran
las herramientas que necesito para empoderarla en sí misma, ayudándola a
reconocerse “resiliente”.
Es
entonces, cuando comenzamos un trabajo de reconocimiento del manejo del
lenguaje, de reestructuración cognitiva que le
permita aprender a transformar el
lenguaje cotidiano en uno positivo.
Para
entrenarse en el uso de un lenguaje constructivo la persona se va entrenando en
visionar su entorno e identificar el estilo de comunicación de los demás para
establecer diferencias.
La
persona requiere compromiso, paciencia, constancia, serenidad, seguridad, darse
un espacio personal, vaciar su mente, aprender a gestionar su tiempo durante
estados de interacción social para que, cada expresión utilizada, sea el verdadero mensaje que desea transmitir.
En
este proceso de trabajo mutuo, la persona empodera su autoestima, su valía,
manejando objetivamente el lenguaje.
Lejos
de ser una sesión entre un paciente y
profesional, pasa a ser un reencuentro
entre dos seres. Uno con la formación
profesional más la experiencia, sostiene
en su redescubrimiento a otro ser que ha tomado la decisión de trascender en el
mundo desde el mundo.
Si
se consigue que ambas personas asuman metas y cada una se deja llevar por lo
que en sus funciones le compete, pasa a
ser un trabajo en equipo que garantiza
el éxito para ambas partes ya que el trabajo en psicología, en muchas
ocasiones, es un arte: el de saber ser y
estar.
María
Isabel Gómez Castillo.
Fotografías de María Isabel Gómez Castillo
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