Al igual que muchos otros profesionales, quienes ejercemos la carrera de Psicología, estamos llamados a practicar el sigilo profesional para hacer de nuestra praxis un trabajo con excelencia ética.
Lejos de ser una opción, es una responsabilidad que
trasciende lo profesional tocando el ámbito
moral.
Hemos
de recordar quienes ejercemos la psicología que, todo lo que se nos indica en
una sesión psicológica es confidencial; que jamás podrá trascender dicha
información del espacio en el que se nos revela la misma. Sólo si lo es para
fines que lo ameriten, por lo general
van acompañados de una orden judicial en casos extremos, que exigen como prueba
nuestro testimonio en contextos también controlados por profesionales que
confiamos van a dar un buen uso a la información que aportemos.
Estamos
obligados a preservar la confidencialidad incluso hasta de lo que los menores de edad nos indican en una sesión
psicoterapéutica.
Jamás,
se puede exponer a ninguna persona con lo que haya señalado en una sesión
psicológica. NUNCA, ha de trascender lo
indicado en consulta.
En
el caso del trabajo con menores, ellos suelen aportar datos
valiosos. Muchos de ellos, es necesario
contrastarlos con entrevistas a diversos miembros de la familia evitando
enfrentamientos que vulneren la integridad psicológica del menor o lo exponga
incluso, a una situación de riesgo físico. Pese a todo, siempre se han de
cuidar a todas las partes.
Antes
de tomar cualquier decisión como
profesional, se ha de tener en
cuenta que, en caso de menores, la
Patria Potestad la tienen en primer lugar
la tienen los padres, y, si hay
hechos que en principio podamos valorar
que el menor ha de conocer, como
lo es por ejemplo en temas de adopción,
la decisión final la tienen los padres, más aún si se trata de un menor que no es infante o
niño, cuidando con mayor razón si fuese
el caso de un adolescente.
Cualquier
decisión de intervención sobre un tema confidencial, siempre se darán
impresiones, percepciones. Se ha de indagar a consciencia el contexto en
la que se desarrollan los hechos, las realidades y estados de todos los involucrados
(preferentemente mediante pruebas psicológicas), para proceder a preparar a todas las partes (sólo en caso sea
necesario), para realizar una modificación en la información que se maneje.
Ni
siquiera en el caso de violencia doméstica, se puede intervenir de manera directa e inmediata. Siempre se ha
de invitar a la persona a que decida si
toma o no una decisión respecto a su
caso y brindarle la garantía de que en caso de una intervención multidisciplinaria,
estará acompañada por otro colega
experto en la materia.
Si
bien es cierto, habrá casos en los que los psicólogos podremos actuar de oficio, sólo será para situaciones extremas
y de carácter preventivo, habiendo agotado todos recursos previos más las
pruebas que acrediten la urgencia de una intervención, indicando a la persona la necesidad de la
ayuda que requiere, acompañándola
emocionalmente hasta el último momento para que evitar sea
violentada en cualquier toma de decisión.
En ello está nuestro reto, el saber trabajar las visiones, proyecciones de las oportunidades que la persona tenga para una vida con calidad y futuro. Es aquí, cuando con arte, se entrena a la persona en tiempos records a gestionar conflictos con salidas objetivas, concretas.
En ello está nuestro reto, el saber trabajar las visiones, proyecciones de las oportunidades que la persona tenga para una vida con calidad y futuro. Es aquí, cuando con arte, se entrena a la persona en tiempos records a gestionar conflictos con salidas objetivas, concretas.
Nuestro
trabajo, está muy lejos de hacer lo que racional y socialmente pienso que es lo
oportuno.
María Isabel Gómez Castillo
Fotografía de Isabel Gómez
María Isabel Gómez Castillo
Fotografía de Isabel Gómez
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