La Poza Arenilla, humedal marino artificial, se encuentra ubicado en el ala izquierda de La Punta, provincia Constitucional del Callao, en Perú.
Fue creado para defender a los habitantes situados en primera línea de playa, de las continuas inundaciones que creaba la constante salida de mar ante las subidas de mareas.
Tras la introducción de un importante proyecto, para crear en este espacio, un lugar de acogida a diversas aves marinas tanto migratorio como de la zona, a día de hoy, constituye un interesante ecosistema con protección Municipal, gracias a la diversidad de Flora y Fauna marina, que en ella habita.
A las diversas especies de aves marinas migratorias, les otorga un hábitat provisional en donde descansar para continuar su viaje hacia sus destinos finales, además, les otorga un espacio en donde encontrar alimentos y reponer fuerzas para continuar con su camino migratorio.
En mi visita, las especies que he podido apreciar
se encontraban en dos de tres sectores bien diferenciados y ampliamente extendidos,
en aquella parte del Litoral peruano.
Entre las especies que pude identificar, están: Cormorán
o Cushuri, Pelícanos, Gaviota de capucho gris, Gaviota Pata negra, Playeritos, Garza
blanca chica, Chorlo, Gaviota dominicana, Gaviota de capucha gris, entre otros
dos o tres, cuyos nombres los desconozco por no estar señalados en la zona.
Resaltar que, esta área, cuenta con una resolución
que la reconoce como Zona Reservada de Protección Municipal, acuerdo de Consejo
Nº 11/99/MLDP DEL 29 de Mayo de 1999.
Si bien es cierto, la cantidad de aves con las que
me encontré, me dejaron la sensación de entrar a un santuario marino, aún queda
mucho por gestionar.
Se ha mejorado mucho desde la última vez que tuve
un reencuentro con este rincón de La Punta, hace ya, más de 25 o 17 años. Me
alegra saber que el tiempo no ha pasado en vano, pero, aún quedan retos por
vencer y gestiones por realizar y garantizar la viabilidad de este proyecto que
con buenas intenciones se ha creado.
Retos:
Ø Señalizar la zona y
dotarla de información para los visitantes.
Ø Actualizar las
leyendas de las especies que la habitan y en qué temporadas es más viable el
encontrarlas.
Ø Que la información,
esté repartida a lo largo del malecón que se ha creado. Sólo había un panel,
descolorido con una vaga información. Los demás, sólo quedan los atriles en
donde pudo haber habido alguna información pero de la que ahora no hay nada.
Ø El reforzar la vigilancia
para garantizar se cumpla la amenaza de sanción para quienes invadan dicha
reserva afectando tan rico ecosistema. (Hoy, en mi visita), habían personas que
caminaban en la zona protegida y desplegaban sombrillas más. No vi a nadie que
les dijese nada.
Ø Reducir al máximo
posible, la contaminación acústica que generan los ruidos molestos que abundan
en la zona y que generan estrés en las especies migratorias pudiéndoles afectar
en su desarrollo de estado salvaje. Se sentía, música desde la playa hacia el
primer mirador cercano a ella. De losa cercana a otro de los compartimientos,
también. La voz y música de un preparador físico o entrenador de no sé qué,
dando clases en un espacio público, sin recordar, que, su espacio, culmina en
el lugar en el que comienza el de la zona protegida en todos los sentidos.
Si fuese ave, pediría
que se pusiese un letrero que dijese con mi rostro de ave: “Me gusta el arrullo
de las olas de mar. Mi música, es el viento y el de las vibraciones de las corrientes
marinas. Mi voz, la de mis congéneres. Si no es ninguno de ellos, abstenerse de
generar ruidos molestos, aún tengo un largo viaje. Gracias”.
Ø Voluntarios o personal
que vigile la zona, y sensibilicen a los que pasan por aquel lugar, en lo que
significa para las especies tener un espacio como el que ahí encuentran, en respetarlo
como lo que es, una reserva con gran valor en su ecosistema marino que alberga,
también especies en amenaza de peligro de extinción.
Ø Informar a los adultos
de que, si se acercan con niños pequeños, que, en lugares como aquellos, hay
que escuchar, observar, sentir. Que se conversa lo mínimo y en voz muy baja, y
que si quieren hacer berrinches, éstos, en casa, en donde no hayan especies en
peligro de extinción. Cerca hay un parque, en él, pueden compartir sus
experiencias.
Hemos de recordar que
las frecuencias de ondas y capacitación de señales que estas aves marinas
tienen, no son las mismas que las nuestras, por lo tanto, su audición, en
muchos casos, es su principal defensa ante su depredador. Hemos de ser
cuidadosos con ellos y ellos.
Es importante recordar que, los proyectos, una vez
que se crean, han de tener continuidad más aún si esto así lo ameritan por el
género con el que se trabaja y es fin del proyecto, éste, parece estar en decadencia,
lo cual, sería un problema, ya que, las especies que ahí lo habitan, guardan en
su memoria, el que éste, es un lugar de descanso en medio de toda la travesía
que han de realizar en la búsqueda de un mejor clima para sobrevivir, por lo
que las condiciones, han de ser para ellos, siempre óptimas.
Lo que hoy he visto, no han cien ni cuatrocientas
aves, he visto, cientos de aves. Colonias significativas de Pelícanos y Cormoranes.
Otras, eran grandes colonias de una especie de Gaviota, otras, eran apenas uno
o dos ejemplares de especies que al parecer, eran menos frecuentes.
He encontrado una información que valoro
interesante para ampliar sobre este interesante proyecto. Dos son
investigaciones que merecen la pena seguir y dos son enlaces que he valorado
con información complementaria que se puede seguir.
Dos de los enlaces siguientes, son breves reportajes.
El
presente, se parece a las imágenes que en el día de hoy pude apreciar, pero que
tal vez no pueda producir en su sonido natural, por el berrinche de una niña a
la que cuyos padres, no fueron capaces de controlarla.
Espero
que con la información que comparto para complementar este breve compartir, sirva
no sólo para difundir el turismo hacia esta hermosa zona de la Punta del
Callao, bien cuidada, segura y que ofrece como alternativa, un turismo
gastronómico complementario, sino que además, nos concienciemos en que, la
naturaleza, demanda su propio espacio para perpetuar su especie y de que, si
queremos que nuestras generaciones aprecien lo mismo que a lo que nosotros
podemos acceder, nos queda educarlos en el respeto a la naturaleza.
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