jueves, 19 de marzo de 2015

San José: Silencio, obediencia, discreción como signo de oración



Mi devoción hacia San José, surge hacia  el 2005 aproximadamente, gracias  a la invitación de los hijos e hijas de Don Fernando Rielo,  quien  les inculcó el amor a uno de los miembros  de la Sagrada Familia por todas las virtudes que  a través del Evangelio Dios Padre le inspiró.
Con el paso del tiempo, he aprendido a  unirme a este amor y devoción con intenso cariño, ya que en él,  encuentro uno de los personajes  más místicos que me puedan invitarme a vivir en oración contemplativa, gracias a la vida  en silencio que inspira a experimentar.
Sólo bajo el silencio interior era posible escuchar la voz del Padre manifestada a través de “El Ángel del Señor” cuando “se le apareció” Mt.1,20  También sólo bajo aquel silencio interior le fue posible escuchar el mensaje que se le enviaba: “no tengas ningún reparo de recibir en tu casa a María, tu mujer…” Mt. 1,20
Sólo un Ser orante comprende en pocas palabras su misión y se acoge sin cuestionamiento alguno a la fuerza que recibirá para emprender sin temor la misión encomendada.
Siento en esta fracción del Evangelio de Mt. 1, 19-24 al ser sigiloso que vive la obediencia absoluta con extremo amor  para complacer  a su Dios, nuestro  amado Padre Celestial.
Sólo un hijo creado y soñado por su Padre puede ser considerado “hombre justo” Mt.1, 19 por sus acciones,  que dejan al Padre la certeza de ser correspondido en su amor al extremo de confiarle lo más sagrado que podía confiar al hombre: su único Hijo y  a  Él mismo y a la mujer que lo llevaría en su vientre.

El Evangelio habla muy poco de San José.
Intuyo que su vida discreta, lejos de toda fama, lo recoge en la historia  en apenas unas líneas que indican el Ser sigiloso que hubo  en él, tal y  como se aprecia en Mt. 1, 24 “Cuando José despertó del sueño, hizo lo que  le había mandado el Ángel” porque además, ya había tomado la decisión “no denunciar a María” Mt. 1. 19
El contemplar la imagen física que se ha recogido de San José a largo de este tiempo, personalmente me enternece. 
Expresado como un hombre transparente  de mirada serena, que imprime autoridad casi sin palabras, con expresión presta a recibir responsabilidades como lo es llevando en brazos a un niño que  a su vez lleva en su mano el mundo con aparente signo de liviandad y alegría, mientras San José le atiende con  tierna mirada, sujetando como contraparte a la fortaleza de seres orantes, la fragilidad de un lirio que requiere preciado cuidado para mantenerlo intacto como se deduce desde el Evangelio que mantuvo a María Madre, me impresiona.
Es tal la impresión, que me conmueve inspirándome el amor paternal visible para los nosotros los humanos, que nos deja constancia de que amar sin reparos y hasta el  extremo es posible, tan posible,  como  vivir en oración desde el silencio de la mente para permanecer en la obediencia divina.
Feliz día  de San José, ejemplo de padre.
Feliz día del Padre, bajo la figura de San José que el Evangelio  inspira de lo que ha de ser un padre: ser vigilante,  responsable, de palabra, que invita a vivir el amor extremo desde el desprendimiento y renuncia personal con trabajo, esfuerzo, cariño, misericordia,  prudencia dando sentido a la vida para bien  de la humanidad.

También en el Evangelio de San Mateo 2, se encuentran rasgos de significativos de San José, sobre todo resalto el rasgo de la contemplación tras un silencio absoluto para ser capaz de escuchar la voz del Padre, y en absoluta obediencia realizar lo que el Padre Celestial le indica a través de su ángel: "Levántate; toma al niño y a su madre y huye a Egipto. Quédate allá, hasta que te diga porque Herodes, va a buscar al niño para matarlo. Mt. 2, 13
Este signo de meditación es tan valorado, que, incluso, nuestro Santo Padre Juan Pablo II, quién era devoto de San José, ha dejado una meditación dedicada a él en la exhortación apostólica Redemptoris Custos, "Custodio del Redentor"
En este día especial, siento y pienso que, los padres tienen la invitación constante la que en ocasiones se vive como un reto que es la de custodiar a sus hijos, teniendo como ejemplo vivo de justo, santo y amante custor, a San José. 

María Isabel Gómez Castillo

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