Entre una de las curiosidades que me encuentro ya no sólo a nivel de consultas psicológicas, sino en los diálogos cotidianos con las personas, es el señalar que no quieren cambiar. Que están bien como están, que no saben qué cambiar o por qué y para qué.
Lo
curioso, es que en psicología (desde mi experiencia profesional y por que no,
también personal), es que las personas no cambiamos en nuestra esencia, sólo
maduramos, para crecer y desarrollarnos aún más en todo nuestro ser para ser
sencillamente Más.
Una
de las resistencias al supuesto cambio, es sólo una resistencia al inicio de
una etapa de crecimiento y desarrollo integral que puede llevar a la persona
aprender a vivir mejor en medio de cada una de sus realidades, así como con
plenitud, un auténtico estado de felicidad basado en la armonía interior en
concordancia con y de su ser individual y natural con su entorno
social.
Ante
la opción de madurar personalmente, está la realidad de ampliar la visión de la vida, de disfrutar con
mayor libertad de cada una de las experiencias que la misma brinda, sean estas
positivas o negativas para crecerse ante cada una de ellas.
Aprender
de los fracasos y disfrutar al máximo de los logros, es una de las experiencias
maravillosas a las que conlleva esta predisposición a madurar, siguiendo el
“ser” en su esencia sin que en realidad cambie nada, sino que, simplemente se
crezca aún más desde la auténtica serenidad y sinceridad.
La
persona teme perder su carácter, olvidando que es el temperamento un factor
genético que siempre liderará sus acciones, mientras que es el carácter (el que
es más plástico), es que se puede reentrenar para aprender a vivir estados de
auténtica felicidad y para ello, sólo es necesario tener disposición para
madurar, así de sencillo.
María
Isabel Gómez Castillo
Fotografías
de María Isabel Gómez Castillo
No hay comentarios:
Publicar un comentario