Por
ello, siendo cada uno es un ser individual y especial, a lo que menos ha de
temer es a los denominados “cambios” o al dejar de “ser” como les gusta “ser”.
Cuando
aquel temor se pierde en la persona, comienza a entrar en una nueva etapa de
disfrute de la vida.
El
que hace que la persona se arraigue tanto a una negativa para madurar, en
muchas ocasiones es el estado de incertidumbre que genera un aparente cambio.
Es el temor a lo desconocido. Por lo que, a más inseguridad en su ser, más resistencia
a crecer y desarrollarse. Cuantas más justificaciones, más temores; cuanto más
expresiones que señalen que seguirá siendo igual, es mayor el sufrimiento que
en silencio lleve aquel hermoso ser que en su interior se esconde para
defenderse y aferrarse a lo aparentemente seguro: su realidad. Realidad que
siempre se puede mejorar.
Invito
a vivir con apertura al crecimiento y desarrollo a nivel personal, una
experiencia segura de estados plenos de felicidad, los que, aunque sean o
parezcan pasajeros, de cada uno dependerá sostenerlos en espacio y tiempo para
salud integral, la que, no sólo es una etapa de la vida, sino también toda una
experiencia de vida.
Hoy,
les invito a decir adiós a la amargura, pesadumbre o frustración, para iniciar
un ciclo de nuevas experiencias que llevan a la serenidad interior, a la
seguridad, a la confianza personal y en la de los demás, que llevan a un estado
íntegro de autorrealización.
María
Isabel Gómez Castillo
Fotografías
de Margarita Chilcón
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